Dirección Michael Radford Guión Juan Eslava Galán y Michael Radford, según la novela del primero Fotografía Ashley Rowe y Ángel Luis Fernández Intérpretes Mario Casas, María Valverde, Secun de la Rosa, Ignacio Mateus, Daniel Grao, Jorge Suquet, Maite Sandoval, Pepa Rus, Chiqui Maya, Mingo Ruano, Ignacio Mateus, Tavi García, Eduardo Velasco, Jesús Carroza, Luis Callejo Estreno 10 mayo 2013
Apeado de los créditos por diferencias irreconciliables con sus socios productores, el realizador Michael Radford ha dejado sin embargo su impronta en esta singular película que adapta una novela de Juan Eslava Galán que tuvo cierta repercusión cuando se publicó hace una década. El toque del realizador de El cartero y Pablo Neruda o el documental sobre el pianista Michel Petrucciani se nota en la amabilidad con la que aborda un episodio ambientado en la Guerra Civil española, en un punto intermedio entre el carácter grotesco y de astracanada de La vaquilla y el tono épico y sentimental de Caballo de batalla, sin llegar en ningún caso a la maestría de estos referentes, y quedándose simplemente en una película agradable. La relación entre un cabo nacional y la mula del título, a la que encuentra perdida en el campo de batalla, debía ser el eje principal de la película, pero lo cierto es que queda tan desdibujada que apenas resulta una anécdota en el conjunto de este fresco en el que nadie es tan malo ni tan bueno, defienden causas si bien con visiones más o menos acertadas, pues al final vence naturalmente el alegato por la libertad y la autoafirmación como seres humanos. Sólo muy al final cobra cierta relevancia una relación que en el libro transmitía mucha ternura, y lo hace a través de la renuncia y el sacrificio. Episodios de evidente valor emotivo, como la secuencia de la lectura de poesías en el autobús, se alternan con otros de carácter costumbrista, como el baile en el que una vez más se echa en falta una asesoría de pasodoble, y otros muchos de vulgaridad a través de un lenguaje soez y ciertas licencias que no se adaptan muy bien al uso y la moral de la época. Un conjunto por lo tanto deslabazado sobre el que deambula en todo momento ese carácter amable que redime a sus personajes (el alto mando apasionado de la música, la dolorosa confrontación entre amigos del alma reclutados en bandos contrarios, la fidelidad incondicional de quienes se han criado juntos…). Por el camino conviene destacar su digna factura técnica y artística y las interpretaciones del elenco en general. Sin embargo su muy elaborada banda sonora se evidencia a menudo poco adecuada. Estupendo Mario Casas definiendo un personaje de cateto de muy buen corazón y perfecto acento jiennense, y muy graciosa María Valverde aunque para ello haya recurrido como modelo a Penélope Cruz cuando hace de andaluza. Entrañable Secun de la Rosa añadiendo ingenuidad a una cinta en la que esta condición de la personalidad tiene una relevancia incontestable; y excelente Maite Sandoval, que crea sin estridencias su personaje de perfecta madre alcahueta e interesada de la protagonista. Y por último congratularnos con el aire general andaluz de una película rodada en tierras de Jaén y Córdoba. Lástima que la copia ¡digital! exhibida fuera de tan poca calidad, deficiente en textura e iluminación.
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