Francia 2015 93 min.
Dirección Stéphane Brizé Guión Stéphane Brizé y Olivier Gorce Fotografía Eric Dumont Intérpretes Vincent Lindon, Karine de Mirbeck, Matthieu Schaller, Yves Ory, Catherine Saint-Bonnet, Saïd Aïssaoui, Françoise Anselmi
Ganadora del premio al mejor actor en Cannes y el del público en Bruselas, la nueva película del director de Madmoiselle Chambon tiene dos partes bien diferenciadas. Por un lado la incesante y desmoralizadora búsqueda de trabajo por parte de un hombre que ha sufrido un expediente de regulación de empleo en la compañía en la que ha trabajado toda su vida; por otro, su aún más desmoralizadora experiencia como vigilante de seguridad en un hipermercado, trabajo que le permite recuperar una vida que se le estaba haciendo cuesta arriba a él y a su familia, pero que revelará hasta dónde tiene que llegar un hombre, cuál deberá ser su precio, para alcanzar una vida privada digna. Sobre Vincent Lindon recae la mayor parte de responsabilidad para que el producto llegue a buen puerto, y lo consigue con una interpretación contenida pero muy expresiva, en la que una mirada permanentemente taciturna logra transmitir todo un universo de frustración y sensación de fracaso. Las estaciones por las que ha de pasar en su búsqueda de trabajo y bienestar son muy reconocibles para cualquier habitante de nuestro país, donde siempre ha habido paro, no sólo ahora por la consabida crisis. Oficinas de empleo que lían más que resuelven, cursos para redactar curriculums y enfrentarse a entrevistas de trabajo (impagable la compostura de Lindon mientras sus compañeros critican su actitud ante un posible empleador), banqueros que se entrometen en una economía familiar a la que ellos le han chupado la sangre, etc. Pero es la segunda parte, cuando para sobrevivir se tiene que convertir en verdugo de otros miserables, cuando la función se hace más irrespirable y surgen las preguntas sobre el sistema que todos hemos asumido y aceptado, la que más duele. Brizé rueda con austeridad casi documental, sin permitirse el estilismo que caracteriza otras películas suyas, y consigue así una obra compacta, dura y convincente.
Italia-Francia-Alemania-USA-Qatar 2015 107 min.
Guión y dirección Jonas Carpignano Fotografía Wyatt Garfield Música Benh Zeitlin y Dan Romer Intérpretes Koudous Seihon, Alassane Sy, Adam Gnegne, Mary Elizabeth Innocence
No cabe duda de que las intenciones son buenas, pero los resultados dejan mucho que desear. Mal rodada, peor contada, con un guión lleno de baches y apoyado en clichés y lugares comunes, el debut en el largometraje del italoamericano Jonas Carpigano pretende trazar el itinerario físico y emocional de un emigrante africano en el sur de Italia, desde que sale de su aldea natal hasta que llega a la tierra prometida, pasando por todos los consabidos peajes aunque a trompicones: viaje a través del desierto con ataque vandálico incluido, travesía tormentosa en patera, llegada accidentada a controles europeos, trabajos clandestinos y mal pagados, y una desproporcionada e injustificada explosión de violencia final que flaco favor hace a las comunidades extranjeras que buscan una vida digna más allá de sus fronteras. Todo lo cual desemboca en un auténtico despropósito apoyado en el atractivo físico de su protagonista, aunque un involuntariamente distanciamiento al que no es ajena una cámara irritantemente nerviosa no ayuda a empatizar con él, y la ingenua y permanente confrontación entre buenos y malos, gente justa y acogedora por un lado y mafias y delincuentes por el otro, sin apenas espacio para la esperanza.
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