Guión y dirección Toni Bestard y Marcos Cabotá Fotografía Nicolás Pinzón y Daniel Torrelló Música Tolo Prats Documental Estreno en el Festival de Sitges 10 octubre 2015; en España 20 noviembre 2015
El corpulento y musculoso David Prowse encarnó a Darth Vader en los tres primeros títulos estrenados de la saga de La guerra de las galaxias, después de una dilatada carrera dando vida a todo tipo de seres monstruosos en películas fundamentalmente de la Hammer. Fue durante toda su carrera el actor detrás de la máscara, sin que sus esfuerzos por aparecer a rostro descubierto en la famosa saga ni en el Superman de Richard Donner, para el que también fue candidato, fructificaran. Este elaborado y minucioso documental es una declaración de amor a las películas galácticas de George Lucas a la vez que un justo y emotivo intento de cierre y reparación de una herida abierta en el corazón de este invencible hombre de hierro. Uno de sus realizadores, Marcos Cabotá, presente durante gran parte del metraje como testimonio de un proceso creativo de rehabilitación sentimental del actor homenajeado, a la vez que personificación de toda una legión de fans de la saga, explica en perfecto y fluido inglés cómo su afición al cine nació el día que vio La guerra de las galaxias en televisión por indicación de su padre. Su película, financiado con apoyo institucional y crowdfunding, emerge como un sentido y emocionante homenaje no sólo a Prowse sino a todos los actores que hicieron carrera cinematográfica detrás de una máscara, como Boris Karloff, Lon Chaney o nuestra Niña Medeiros, Javier Botet. Sus esfuerzos por esclarecer los motivos por los que Lucasfilm y Prowse acabaron tan mal, que se remontan el rodaje de El retorno del Jedi, no se ven del todo recompensados debido a su trivialidad e ingenuidad, si no fuera porque la experiencia personal de cada uno y una nos demuestra lo a menudo que rupturas sentimentales de cualquier índole se fundamentan en razones verdaderamente ridículas. La cinta hace hincapié en el dolor del gigantesco actor, su aportación fundamental a la saga y su enorme carisma, derivando en una recreación de la secuencia que tanto hirió a Prowse, y que no llegamos a ver en pantalla por motivos de derechos de autor y permisos no resueltos con la poderosa productora hollywoodiense, cuyo desentendimiento con este documental se hace patente en la ausencia de fotogramas y secuencias de la películas originales, sustituidas por creativas reproducciones y animaciones, y de la música de John Williams, fundamental para identificar al temido personaje y que Tolo Prats sustituye con ingenio y mucho respeto.
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