USA-Reino Unido 2018 108 min.
Guión y dirección Ol Parker Fotografía Robert D. Yeoman Música Benny Andersson, Björn Ulvaeus y Anne Dudley Intérpretes Amanda Seyfried, Lily James, Christine Baranski, Julie Walters, Pierce Brosnan, Colin Firth, Stellan Skarsgard, Dominic Cooper, Jeremy Irvine, Josh Dylan, Hugh Skinner, Jessica Keenan Wynn, Alexa Davis, Andy García, Cher, Meryl Streep, Celia Imrie, Omid Djalili Estreno simultáneo en Reino Unido, Estados Unidos y España 20 julio 2018
Por una vez nuestros distribuidores han dado en el clavo, aunque sea inconscientemente, titulando esta película Una y otra vez, y es que el cine americano, y el inglés a remolque, le ha cogido el gusto a esto de repetir una y otra vez la misma historia, sin aportar nada y con el único fin de volver a hacer caja a fuerza de los mismos recursos, amplios en lo técnico, limitados en lo artístico e imaginativo. Que recordemos sólo una vez ha habido secuela exclusivamente cinematográfica de un éxito de Broadway, y fue Grease 2 en 1982, que al margen de ser casi la primera vez que pudimos ver a Michelle Pfeiffer en el cine, cosechó un estrepitoso fracaso. Pero eran otros tiempos, cuando las operaciones de márketing no existían a la agresiva escala que lo hacen hoy. La secuela de aquella mala película que fue la adaptación del simpático musical a costa de las canciones de Abba, es tan mala o peor que su referente. Pues si es verdad que está algo mejor hecha, más cuidada en sus detalles, y cuenta con algunas secuencias que podríamos salvar de la quema, como la llegada en barco de los invitados a la inevitable fiesta al ritmo de Dancing Queen, o los títulos de crédito finales con todo el lujoso reparto entonando Super Trouper, lo cierto es que aquí no hay argumento ni intriga ni gracia alguna. Asistir a las aventuras amorosas de la joven Donna (una tan mona como esforzada Lily Cenicienta James) no aporta nada, y deja en entredicho la supuestamente interesante vida bohemia de aquella Meryl Streep que aquí sólo se digna a cantar una canción casi al final de la función, mientras Cher se permite bajo kilos de maquillaje y metros de costura, incorporar a la abuela de la cursi Amanda Seyfried, y lo que es más sorprendente, permitir que los libretistas, entre los que se encuentra Richard Curtis, autor de los guiones de Cuatro bodas y un funeral, Notting Hill y Love Actually, lo que da idea del pastelón resultante (al menos las dos últimas), sitúen su romance con Andy García ¡en 1959! Al menos la participación de Cher nos regala una memorable versión de Fernando en lo vocal y una agilidad increíble en su rockera introducción de Super Trouper. Porque el resto de canciones, a pesar de la colaboración estelar de Benny Andersson y Björn Ulvaeus en sendos cameos, además de encajar el argumento de forma tan artificiosa como impuesta, parecen malos cover de esos que se adquirían en las gasolineras cuando éramos niños. Demasiadas canciones, malos números musicales, con coreografías que después de La La Land parecen de chiste, argumento nulo, caras y cuerpos hermosos y jóvenes, paisajes veraniegos y un inexplicable reparto de lujo, son las señas de identidad de esta operación comercial estirada y con postizos, como la piel de Cher, en última instancia lo más destacado del conjunto, junto al humorista británico de origen iraní que distrae a los protagonistas en la aduana del puerto griego desde donde embarcan nuestros adinerados y despreocupados personajes hacia la isla de la eterna felicidad romántica. Y para ser generosos destacaremos también la interpretación de la joven Jessica Keenan Wynn, nieta del legendario actor, que mimetiza con sus gestos a Christine Baranski, de la que ofrece la versión joven de su personaje. Un más que seguro éxito de taquilla al que se han apuntado como productores Andersson, Ulvaeus, Curtis y hasta Tom Hanks, que para eso es tan amigo de Meryl Streep.
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