viernes, 27 de julio de 2018

PABLO MARTOS Y CALIO ALONSO CONVOCANDO VIRTUOSOS

19º Edición Noches en los Jardines del Real Alcázar. Pablo Martos, violín. Calio Alonso, piano. Programa: Obras de Rimsky Korsakov-Kreisler, Sarasate, Granados y Bizet-Waxman. Jueves 26 de julio de 2018

Son jóvenes, granadinos y han consolidado un dúo con el que han paseado su repertorio por destacados eventos conmemorativos celebrados en Andalucía. Martos ha crecido al amparo de la West-Eastern Divan y ya sea con su grupo Garnati Ensemble, con el que ha grabado una interesante versión para trío de las Variaciones Goldberg, o en solitario, sus registros se pueden encontrar en Sony Classical. Calio Alonso, por su parte, es un competente pianista de acompañamiento que tiene por delante un futuro prometedor para limar ciertas asperezas y sacar a relucir el resto de poesía que aún se le resiste. Juntos ofrecieron un recital en el que se daban la mano composiciones desde dentro y fuera de España con un denominador común, destacar las influencias exóticas y sensuales que definen esa particular forma de entender la cultura tan propia de un país idealizado que para muchos artistas fue frontera y zona de paso entre oriente y occidente, y con cuya idiosincrasia se atrevieron incluso quienes nunca pusieron un pie en nuestra tierra.

Pero fueron los grandes virtuosos del violín quienes realmente se convocaron en este particular viaje, desde el alemán Fritz Kreisler al incandescente Pablo Sarasate, pasando por el personaje de ficción Paul Boray, a quien dio vida John Garfield en la película Humoresque, dirigida por Jean Negulesco en 1946, y al que prestaron su voz otros dos virtuosos, un jovencísimo Isaac Stern en el film, y el legendario Jascha Heifetz, que es quien en principio debiera haber doblado a Garfield y finalmente no pudo resistirse a incluir la pieza en su repertorio y grabarla en primicia. Nos referimos a la Fantasía sobre Carmen de Bizet arreglada por Franz Waxman, reputado y dos veces oscarizado compositor de bandas sonoras (Rebeca, El crepúsculo de los dioses, Peyton Place). Una obra que rivaliza con la de Sarasate, gran protagonista de la velada y a quien los dos jóvenes intérpretes hicieron justicia abordando una serie de antológicas obras. Dos piezas inspiradas por Shehérazade de Rimsky-Korsakov, según el sentido de la estética de Fritz Kreisler, abrieron el programa indicando la senda por la que deambularía un Pablo Martos tan preocupado por las intrincadas líneas de la composición como por no descuidar la elegancia que debe acompañar estas páginas tan idiomáticas para que no resulten simplemente pintorescas. 

Una línea que continuó con una generosa selección de piezas del virtuoso por antonomasia Pablo Sarasate, pensadas para el propio lucimiento y que Martos salvó con considerable delicadeza y mucha atención a todos los matices y cambios de registro, así como a pizzicati, pianissimi y otras figuras. Del misterio oriental de Playera al nervio vigoroso de Zapateado o el ritmo sensual de Habanera, contando en todo momento con la complicidad de Alonso, que en la Andaluza de Granados desplegó energía y un sentimiento muy rubateado. Aires gitanos de Sarasate, tan exigente en lo técnico como ligeramente melancólico en lo expresivo, y esa colorida Fantasía Carmen se erigieron en platos fuertes de una cena que Martos cocinó con acierto y entusiasmo, y cuyo postre en forma de propina fue la Danza Española nº 1 de La vida breve de Falla.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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