Guión y dirección Marcelo Martinessi Fotografía Luis Armando Arteaga Intérpretes Ana Brun, Margarita Irún, Ana Ivanova, Nilda González, María Martins, Alicia Guerra Estreno en el Festival de Berlín 16 febrero 2018; en Paraguay 5 abril 2018; en España 8 marzo 2019
Con sólo dos cortometrajes de ficción y otros dos documentales, en formato corto y medio, el debut en la dirección de largometrajes de Marcelo Martinessi resulta cuanto menos meritorio. Con pocos recursos pero las ideas muy claras, el realizador paraguayo retrata a una mujer en un ambiente claustrofóbico y hostil, el que le reporta haber mantenido durante décadas una relación lésbica bajo una atenta discreción, y así mismo haber mantenido un estatus económico y social elevado mientras ha durado la herencia recibida de su acaudalada familia. Pero una inesperada crisis se cierne sobre su existencia y le obliga a vender objetos y enseres para subsistir una vez fulminada la herencia, así como a depender solo de ella misma cuando su pareja ha de ingresar en la cárcel por una presunta estafa. Un mundo que se derrumba a su alrededor y que le obliga a abrir los ojos, afrontar la realidad y salir a un exterior que hasta ese momento se le mostraba hostil. Asistimos pues al viaje de descubrimiento de una mujer madura, con la ilusión del deseo y un nuevo amor como motor para superar la adversidad y enfrentarse a una nueva vida. Certera y muy bien planificada, aunque parezca que suceden pocas cosas en pantalla, su hábil dramaturgia nos hace mantener el interés, mientras un sonido tosco y pésimamente mezclado hace que resulte difícil seguir los diálogos cuando hay más de un ruido como telón de fondo. Menos mal que al tratarse de una película construida a fuerza de miradas y matices, todo se entiende y disfruta. Destaca la interpretación comedida pero muy detallista de Ana Brun, quien con un trabajo tan transparente e invisible como el resto de la función, consigue transmitir todo ese proceso de resurrección y toma de conciencia, liberando ataduras y convenciones en un mundo oprimido y opresor, clara metáfora de la intolerancia y el autoritarismo. Su trabajo mereció el premio a la mejor actriz en Berlín, donde la película se alzó también con el Premio Especial del Jurado, mientras en los premios Fenix del cine latinoamericano logró los correspondientes a mejor director y ópera prima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario