Guión y dirección Octavio Guerra Fotografía Víctor Montoya Documental Estreno en el Festival de Berlín 20 febrero 2018; en España (no en Sevilla) 29 marzo 2019
Este curioso e insólito documental opta más por las hechuras de la ficción dramática que por las del documental propiamente dicho, para contarnos la increíble historia de Óscar Peyrou, un crítico de cine cuyo método de trabajo consiste precisamente en no ver las películas para no contaminar su visión objetiva del producto a analizar, conformándose con estudiar el cartel publicitario para extraer sus conclusiones sobre la materia. Octavio Guerra debió conocer a este singular personaje, presidente de la supuesta Asociación de Prensa Cinematográfica de España y representante de FIPRESCI en nuestro país, lo que hace más grave la situación, en alguno de los festivales por donde pasea su palmito y que ha convertido en su modus vivendi, y a partir de ahí urdir con la colaboración inestimable de Elisa Torres este documento, lúcida e inteligente crónica sobre el cine como reino de espejismos e imposturas. Porque eso es lo que interesa a Guerra y por ello cuenta con la colaboración del crítico, al que no solo no le preocupa poner en entredicho su metodología y prestarse a ser tildado de impresentable y farsante, sino que haciendo gala de inteligencia y oportunidad pone en entredicho las líneas maestras de una industria que se vende y promociona a través de la ilusión, la falsedad, la impostura y la mezquindad, por no hablar del personal que lo habita y aprovecha, tan cretino como generalmente deleznable. Una auténtica hoguera de las vanidades que Guerra y Peyrou denuncian con sutileza y elegancia, y con tanto talento que uno no puede pestañear ante la alargada ocurrencia existencial que supone este impecable trabajo. El susodicho crítico vive humildemente en un antiguo piso del centro de Madrid, lo que contrasta enormemente con el lujo al que se expone en cada festival a lo largo y ancho del planeta al que es invitado con todos los honores. Su soledad y un rictus melancólico contrasta con ese mundo de espejismo en el que se introduce, dejando perlas tan creativas como surrealistas en cada encuentro que mantiene con periodistas, cineastas o jóvenes asistentes a clases y conferencias magistrales. Lo peor es que su método es conocido y no supone sin embargo un freno a la hora de ofrecerle oropeles y recompensas, pues al fin y al cabo forma parte de toda la falsedad y la mezquindad que caracteriza ese glamour de pacotilla que inunda el universo cinematográfico y que sólo es auténtico en los Oscar de Hollywood, todo lo demás es mala imitación, bisutería barata que nos venden como la Nueva Babilonia. Peyrou se ofrece a desvelar todo este circo, con momentos reales y otros recreados para el film, para que tenga fuerza y convicción, entretenga y demuestre que otra cosa es el producto que se vende, que a veces es tan gratificante que no necesita ni venderse. Y es que el cine es otra cosa, y nos encanta. Desde ya En busca del Óscar es un imprescindible del género Cine dentro del cine, da igual que sea en su vertiente de documental o ficción, pues de ambas corrientes bebe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario