Francia 2019 90 min.
Dirección Claude Lelouch Guion Claude Lelouch y Valérie Perrin Fotografía Robert Alazraki Música Francis Lai y Calogero Intérpretes Jean-Louis Trintignant, Anouk Aimée, Souad Amodou, Antoine Sire, Marianne Denicourt, Monica Bellucci, Tess Lauvergne Estreno en el Festival de Cannes 18 mayo 2019; en Francia 22 mayo 2019; en España 13 septiembre 2019
Hace cincuenta años un hombre y una mujer vivieron un efímero y apasionado romance que Claude Lelouch inmortalizó en una cinta mítica que potenció su leyenda gracias a la pegadiza música de Francis Lai. El director vuelve a reunir a Jean-Louis Trintignant y Anouk Aimée ya ancianos, pasando por alto que hace treinta años ya lo hizo en Un hombre y una mujer: 20 años después. Como si se avergonzara de ella o quizás por mero arrepentimiento, aquel homenaje explícito al cine que convertía a la script de 1966, a la que daba vida la musa de Fellini (La dolce vita, Fellini 8 ½) en exitosa productora de cine que decidía llevar a la pantalla en clave de musical aquella desgarradora historia, la suya propia junto al corredor de rallyes que interpretaba Trintignant, ha desaparecido de la biografía de estos dos singulares amantes. Ellos vivieron veinte años antes su particular aventura alternando el blanco y negro y el color con una novedosa estética de anuncio publicitario y un excelente ramillete de canciones adornándolo.
Solo su pasado como productora de cine ha sobrevivido en esta tercera entrega de la saga, mientras su entonces hija, actriz de cine también en la ficción a la que daba vida la entonces recién divorciada esposa de Lelouch, Evelyne Bouix, de asombroso parecido con Aimée, ha pasado a ser una veterinaria sin asomo de ese pasado estelar. Los amantes confiesan no verse desde aquel invierno de 1966, pasando por alto el encuentro que tuvieron en el 86, en el que el director de Los unos y los otros contó con la participación de un buen número de colegas de profesión, como Robert Hossein, Richard Berry o Nicole García interpretándose a sí mismos. Es una pena, porque era una cinta muy diferente en cuanto a estética y nivel de producción a su predecesora pero tan válida como ésta, que además contaba con el aliciente de aprovechar las canciones de Francis Lai y Pierre Barouh, quien además interpretaba al marido fallecido de Aimée, para hacer un musical dentro del cine. Por cierto que esta nueva entrega está dedicada precisamente a Barouh, que falleció en diciembre de 2016, y a Lai, autor también de la oscarizada banda sonora de Love Story, que nos dejó en noviembre del año pasado.
Así las cosas, este reencuentro sin escala sirve para que Anne Gauthier y Jean-Louis Duroc revivan su pasado de forma crepuscular, a las puertas del único desenlace posible y la única certeza que tenemos de nuestra vida. Ella aún espléndida y él carne de geriátrico, postrado en silla de ruedas y con un alzhéimer en ciernes que le permitirá soñar despierto e imaginar románticos paseos con su eterna amada al ritmo de nuevas canciones del propio Lai y las letras de Cagolero, regresando a las playas de Deauville en Normandía, plácidamente, sin reproches ni arrepentimientos, agarrándose solo a aquel maravilloso romance que les unió para siempre.
Lelouch no solo ha reunido a sus estrellas sino también a quienes interpretaron a sus hijos en edad infantil, mientras ha añadido una segunda hija de Jean-Louis, a la que presta su inmarchitable belleza y encanto Monica Bellucci. La cinta repasa muchas de las secuencias antológicas de la original y añade una larga y enigmática travesía a toda velocidad por el París de 1976 cuyo archivo de procedencia no se acredita en los títulos finales, y cuyo visionado suaviza la dulce banda sonora del colaborador habitual de Lelouch en más de treinta películas. Para el veterano realizador ésta es su cinta número cuarenta y nueve, tal como atestiguan esos mismos títulos de crédito. Quizás logre llegar a la número cincuenta. De momento ésta le ha dado al romance de estos dos inolvidables personajes de ficción una segunda alternativa, tras la que le brindó la cinta de 1986. Así es la magia del cine, y lo corrobora el placer sentimental y nostálgico que brinda ver las tres películas en días consecutivos; pero claro, los maratones en salas de cine están reservados a los títulos más taquilleros y palomiteros, por lo que hay que echar mano de otros medios para disfrutar de esa experiencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario