USA 2012 122 min.
Guión y dirección David O. Russell, según la novela de Matthew Quick Fotografía Masanobu Takayanagi Música Danny Elfman Intérpretes Bradley Cooper, Jennifer Lawrence, Robert de Niro, Jacki Weaver, Chris Tucker, Julia Stiles, Shea Whigham, John Ortiz Estreno en España 25 enero 2013
Cuando la comedia americana se ha devaluado tanto, logrando cotas de zafiedad y mal gusto que nunca hubiéramos imaginado en un género en el que se hicieron famosos gente de la talla de Cary Grant, James Stewart, Katharine Hepburn, William Powell o Myrna Loy, que se estrene un film capaz de devolvernos la fe en un cine que tanto nos hizo disfrutar, se convierte en un acontecimiento. El director de Tres reyes y The Fighter logra con ésta su película más simpática y humanamente más amable, con ayuda inestimable de un gran elenco de actores y actrices, recuperación incluida de un Robert de Niro menos histriónico y caricaturesco de lo habitual. No se trata más que de una comedia romántica con la dudosa particularidad de que sus protagonistas son unos desequilibrados sujetos incluso a medicación. En los 30 eso no era patología y no era raro que en una comedia, especialmente si la dirigía Capra o Hawks, los personajes fueran excéntricos y algo lunáticos. Ahora reside en este detalle la originalidad de un producto que se degusta con agrado, el que provocan sus atractivos intérpretes, un Bradley Cooper (Resacón en Las Vegas) que encuentra en este film su mejor oportunidad de lucir sus dotes interpretativas al margen de su atractivo físico, y una Jennifer Lawrence más hermosa que nunca, que ha sobrevivido triunfalmente al difícil paso de la juventud (Winter’s Bone) a la madurez vía artefactos de ciencia ficción (X-Men: Primera generación y Los juegos del hambre). Es cierto que hay exceso de histerismo en esta comedia, pero la ausencia de mal gusto y la gracia de prácticamente todo el reparto, junto a una impagable secuencia de baile casi al final, la hacen merecedora de los múltiples reconocimientos que está obteniendo, ocho nominaciones al Oscar incluidas. Respecto a sus intenciones más o menos didácticas en relación al desequilibrio mental y emocional y la difícil convivencia con quienes lo sufren, sus postulados y resultados son más bien previsibles y decididamente inofensivos. Finalmente resaltar la buena labor de Danny Elfman en la banda sonora, aunque se trabajo queda corrompido por una ingente cantidad de canciones en su mayoría nostálgicas.
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