El pasado viernes 25 de enero tuvimos oportunidad de reencontrarnos con el joven violinista Francisco Gª Fullana, que hace tres años se presentó en la Sala Manuel García del Teatro de la Maestranza dentro del ciclo Jóvenes Intérpretes. Si ya entonces nos rendimos a la perfecta combinación de técnica y lirismo que caracteriza su estilo, en esta ocasión no hemos podido por menos que maravillarnos ante su espléndida recreación del Concierto de Sibelius, en un programa monográfico dedicado al compositor finlandés en el que la Orquesta de Radio Televisión Española interpretó también el primer movimiento de los cuatro que componen la suite sinfónica Lemminkäinen Op.22 y su Sinfonía nº 3.
La batuta de Adrian Leaper demostró ser una de las que mejor conocen y dominan el trabajo de los integrantes de esta orquesta, de la que ha sido director titular en varias temporadas. Su ductilidad para extraer toda la fuerza y el lirismo que contienen estas páginas musicales quedó patente en una dirección disciplinada, ágil, matizada y muy atenta a los ricos y profusos colores del estilo compositivo de Sibelius. Suntuosa y espectacular lució Lemminkäinen y las doncellas de Saari, acertando en encontrar el equilibrio perfecto entre el poema tonal de Liszt y la épica wagneriana. Por su parte la sinfonía destaca por suponer una transición entre sus dos primeras románticas y la más austera complejidad del resto; en ella el compositor desarrolló una gran cantidad de recursos armónicos y melódicos procurando utilizar un lenguaje sencillo y transparente, algo a lo que la excelente interpretación supo adaptarse adecuadamente.
La combinación de virtuosismo, claridad y cohesión que exige el Concierto para violín fue salvada satisfactoriamente por el joven mallorquín, heroico, íntimo y apasionado según lo demandan las notas en el pentagrama, con un equilibrado sentido de la gama dinámica y de la claridad en la articulación. Un concierto complicado y peligroso en el que muchos naufragan insuflándole un excesivo sabor romántico. Por el contrario el de Fullana fue un Sibelius sincero, emocionante, lleno de bravura, relieve y perfecta entonación, con cadencias espectaculares y un más que evidente entusiasmo puesto en cada una de sus notas.
Y si el violín nos cautivó en el Monumental, dos días después en la Sala Verde de los Teatros del Canal, también en Madrid, sería el piano de Emilio González Sanz el que nos dejaría un inmejorable sabor de boca con el Quinteto con piano Op.81 de Dvoràk. De inconfundible aroma bohemio, la pieza del compositor checo fue abordada por el cuarteto austriaco Adamas con enorme plasticidad y energía, además de una magnífica compenetración entre sus integrantes entre sí y con el joven pianista, tanto en la forma como en su esencia. Lo que más nos llamó la atención del soriano es su capacidad para mantener un equilibrio perfecto entre los pasajes más líricos y poéticos de la obra y los más enérgicos y feroces, pasando con una soltura magistral de unos a otros, sin sobresaltos ni estridencias, con una armonía y un sentido de la mesura realmente encomiables. Sobre el teclado la suya fue una interpretación en la que el control y el dominio de la partitura tuvieron un peso específico notable, sin fisuras ni dubitaciones, expresiva y a la vez henchida de una profunda y sincera emoción, además de un encomiable respeto por el trabajo de sus compañeros.
Antes el Cuarteto ofreció una página del compositor Erich Wolfgang Korngold, melódica, amable y elegante, como suele ser habitual en el compositor de bandas sonoras como El halcón del mar y Abismo de pasión y óperas como Violanta y La ciudad muerta. Se trata de su Cuarteto nº 2 Op.26, con el que los también jóvenes integrantes del conjunto de cuerda dieron rienda suelta a su flexibilidad y melodiosidad, rescatando toda esa elegancia y sensualidad que caracteriza la música tardoromántica de Korngold.
Muchas gracias por tus generosas palabras! Un abrazo,
ResponderEliminarEmilio.
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