Francia 2021 98 min.
Dirección Thomas Kruithof Guion Jean-Baptiste Delafon y Thomas Kruithof Fotografía Alex Lemarque Música Grégoire Auger Intérpretes Isabelle Huppert, Reda Kateb, Naidra Ayadi, Jean-Paul Bordes, Soufiane Guerrab, Laurent Poitrenaux, Hervé Pierre, Walid Afkir, Stefan Crepon, Vincent Garanger, Anne Loiret Estreno en el Festival de Venecia 1 septiembre 2021; en Francia 26 enero 2022; en España 24 junio 2022
A pesar de lo mucho que afecta a nuestro día a día, y lo mucho que se ha establecido en casi todas las democracias actuales, la corrupción política todavía no se ha tratado suficientemente o al menos tanto como merece. En España hace algunos años coincidieron dos títulos emblemáticos sobre el tema, El hombre de las mil caras y El reino, pero sigue siendo el cine norteamericano el que más y mejor ha retratado las miserias del poder, aunque de poco haya servido a la hora de limpiar sus cloacas. Directores como Pollack, Lumet o Pakula se empeñaron a fondo en la cuestión.
Un poco de todo ello se refleja en esta intensa película de Thomas Kruithof, cuya único título hasta el momento había sido un thriller de espionaje titulado aquí Testigo. Pero esta película francesa no apunta tan alto ni es tan sofisticada como los dos ejemplos españoles señalados, y sin embargo resulta tan efectiva e inquietante como las mismas, quizás porque juega a esa ambigüedad moral que tanto nos acompaña incluso a la ciudadanía de a pie. Aquí las motivaciones de los protagonistas, una alcaldesa de una localidad en la periferia de París, su posible sucesora en el cargo y su mano derecha, ayudante fiel y comprometido, se encuentran entre la legítima defensa de los intereses de la población a la que representan, y esa ambición a menudo desmedida que acompaña el cargo y acaba haciendo a menudo sucumbir la supuesta honestidad política. No es casualidad que tanto el ayudante como la sucesora sean inmigrantes quizás de segunda o mayor generación, lo que puede interpretarse como cierta ingenuidad o virginidad en estos turbios asuntos que los regímenes presuntamente democráticos tanto se han encargado de maquillar. Pero también se deja cierta esperanza al personaje que Huppert interpreta de manera magistral, como es habitual en ella, que se mueve en la delgada línea que separa la ambición de la responsabilidad, quizás con la intención igualmente ingenua de poder conciliar ambas facetas.
Lo cierto es que Kruithof maneja con sobriedad y elegancia, además de un impecable sentido del ritmo, este apasionante e intenso thriller cuyo desenlace lo hace aún más coherente con el discurso que emprende. Junto a ella, Reda Kateb personifica con milimétrica precisión el alma que se mueve por los contornos de las altas esferas sin olvidar sus orígenes y las motivaciones que le llevaron a ejercer el cargo con una nobleza todavía inmune a corrupciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario