USA 2022 146 min.
Dirección Colin Trevorrow Guion Emily Carmichael, Colin Trevorrow y Derek Connolly, según los personajes creados por Michael Crichton Fotografía John Schwartzman Música Michael Giacchino Intérpretes Chris Pratt, Bryce Dallas Howard, Laura Dern, Jeff Goldblum, Sam Neill, Isabella Sermon, DeWanda Wise, Mamoudou Athie, Omar Sy, Campbell Scott, BD Wong, Justice Smith, Daniella Pineda, Scott Haze, Dichen Lachman, Kristoffer Polaha, Caleb Hearon, Freya Parker Estreno en España 9 junio 2022; en Estados Unidos 10 junio 2022
La supuesta conclusión de la saga jurásica empezada por Spielberg hace tres décadas, ha recurrido de nuevo a Colin Trevorrow, director cuya carrera prácticamente se ha desarrollado a la sombra de estos dinosaurios. Tras la aportación de Juan Antonio Bayona en El reino caído, Trevorrow, responsable también del endeble guion, articula el encuentro entre los protagonistas de la trilogía inicial y los de esta segunda que ahora supuestamente se cierra, lo que debiera haber supuesto un regocijo para los amantes de la saga. Sin embargo la operación apenas ejerce alguna emoción ante una concurrencia que solo asiste a una sucesión inagotable e inaguantable de situaciones críticas, peligros insondables y aventuras literalmente faltas de cualquier atisbo de credibilidad.
Todo es un puro artificio, técnicamente impecable como no podría esperarse menos, pero dramáticamente insustancial. La combinación de temas, entre la clonación humana como medio con el que curar enfermedades insalvables y la convivencia entre las especies y la naturaleza, deviene en un batiburrillo sin enjundia ni capacidad analítica. Todo se reduce a un despliegue agotador de efectos visuales y carreras sin tregua, sobresaliendo apenas algunas secuencias, como la persecución entre vehículos y dinosaurios en Malta o el ataque de langostas gigantes, pretendiendo recuperar la atmósfera inquietante y terrorífica que caracterizaba la segunda entrega de Parque Jurásico (El mundo perdido), a nuestro juicio el mejor episodio de la serie.
Aquí todo se reduce a medio entretener, algo que de haberse reducido su interminable metraje se habría logrado con mayor plenitud. El mensaje conciliador y medioambiental que parece informar la función, se reduce a una mera conclusión final, colocada con calzador. Todo lo cual hace reflexionar sobre una conclusión irrefutable, que nadie es capaz de plasmar la magia de Spielberg mejor que él mismo, y eso no se consigue manteniéndolo como mero productor ejecutivo.
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