No hay forma de bajar el listón, la calidad sigue siendo exigencia y emblema en esta y otras manifestaciones musicales que inundan la ciudad en estos últimos días de la presente temporada, antes de que las Noches del Alcázar tomen el esperado relevo estival. Al margen de la excelente labor que al frente de Juventudes Musicales de Sevilla ejerció Julio García Casas a lo largo de varias décadas, no podemos dejar de insistir en el magnífico trabajo que sus actuales responsables, especialmente Arnold Collado, Concha Arenal y Emilio Puch, están realizando en la actualidad, sobre todo en relación al grado de colaboración en el que se han embarcado con otras importantes instituciones musicales de la ciudad, especialmente la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, el Teatro de la Maestranza y este Espacio Turina en el que se desarrolló el concierto que nos ocupa. No hace mucho fue precisamente la ROSS la encargada de dar voz a jóvenes talentos, también de la mano de Juventudes en el Maestranza, bajo la atenta batuta de Alfonso Casado, a la hora de este último concierto del ciclo de cámara de la ROSS responsabilizándose de la última entrega de Fantasía Live in Concert en el teatro del Paseo Colón. Juventudes Musicales sigue celebrando además su habitual Festival de Primavera en el Teatro Cajasol, con citas el martes 14 con INNsolitus Trio y el miércoles 22 con el pianista Juan Carlos Fernández-Nieto… ¡No paran!
Los tres jóvenes intérpretes convocados para la ocasión han demostrado sobradamente sus indiscutibles habilidades. Sin ir más lejos, Carlos Rafael Martínez Arroyo nos sorprendió hace casi una década en la Sala Manuel García del Maestranza con un magnífico recital del que destacamos su proverbial expresividad y depurada técnica. Junto a él, el igualmente joven Alejandro Gómez dejó su impronta como entregado, incluso apasionado violonchelista, haciendo uso de un desprejuiciado vibrato y evidenciando un exacerbado lirismo, además de una férrea línea de canto y un fraseo sincero y fluido, mientras como pianista de acompañamiento, a falta de juzgar sus aptitudes como solista, Alberto Menjón demostró una enorme generosidad y derroche de virtuosismo y delicadeza. Exhibidas sus aptitudes personales, solo faltaba compenetración y buen entendimiento para generar la excelencia, y vaya si la hubo. Aunque los primeros acordes del Trío en Si bemol mayor de Schubert sonaron más distendidos que enérgicos, los tres intérpretes lograron rápidamente afrontar su carácter jubiloso y luminoso, sin descuidar la ternura que también lo informa, con acentos contundentes en la cuerda y un respetuoso acompañamiento al piano, ganando en serenidad y calidez conforme avanzaba su primer tiempo, allegro moderato. Más ensoñado y con un envidiable cariz poético afrontaron el andante, con un excepcional trabajo en el diálogo y la alternancia de los instrumentos. Tras un rítmico y ágil scherzo, tan evocador como burlón al mismo tiempo, el allegro vivace sonó alegre y considerablemente despreocupado, alcanzándose un equilibrio abrumador y un final endiablado muy bien resuelto.
Entre dos obras tan exigentes y complejas, podría presumirse que la de Turina representa un bálsamo de descanso para el intérprete, pero si se somete al serio estudio y profundización al que seguramente se entregaron los tres jóvenes intérpretes, el resultado puede llegar a ser tan exhaustivo como agotador. Limando los acentos puramente andaluces de la partitura y centrándose más en su cosmopolita expresividad, lograron un Trío nº 2 de marcados acentos y ritmos, tan dulce en su movimiento central como fuertemente contrastado resultó el variado movimiento de conclusión, incluyendo un endiablado allegro final. El Trío nº 2 en Do mayor de Brahms son palabras mayores, y lograr una interpretación a la altura toda una hazaña. Martínez, Gómez y Menjón lo consiguieron gracias a la pulcritud de su fraseo, el sentido de la responsabilidad desplegado, su profunda comprensión y ese talante de ir a por todas que informó todo el concierto. En consecuencia apreciamos un dominio absoluto de la forma y un vigor expresivo solo alcance de los mejores. Sus continuos vaivenes emocionales fueron resueltos con nobleza y maestría, con cada intérprete luciendo en sus pasajes solistas, seduciendo en el scherzo y logrando el grado exacto de robustez y fantasía en el allegro giocoso que lo cierra.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía
No hay comentarios:
Publicar un comentario