Dirección Cecilia Atán y Valeria Pivato Guión Cecilia Atán, Valeria Pivato y Martín Salinas Fotografía Sergio Armstrong Música Leo Sujatovich Intérpretes Paulina García, Claudio Rissi Estreno en Cannes 25 mayo 2017; en Argentina 21 septiembre 2017; en España 31 agosto 2018
Con más de dos décadas como asistentes de dirección a sus espaldas, en algunas de las películas más emblemáticas del país andino, Cecilia Atán y Valeria Pivato saltan a la dirección de manera asombrosa, metiéndose de lleno en Una cierta mirada del Festival de Cannes del año pasado, y logrando entre otros premios los de mejor película, actriz y actor en el pasado Festival de Huelva. La novia del desierto es una luminosa película en la que una mujer y un hombre con caminos muy diferentes pero ambos solitarios se encuentran en un pasaje revelador de conocimiento y aprendizaje. Para ello las debutantes realizadoras han ambientado su historia fundamentalmente en exteriores, los que brindan las sensacionales localizaciones de San Juan en Argentina. Allí, y bajo la atenta y supersticiosa mirada de la Difuntita o Santa Correa, una mujer de mediana edad se abrirá a un mundo de luz y sensaciones tras haber pasado la práctica totalidad de su vida a la sombra de aquéllos a los que sirvió y amamantó. Paulina García da vida a esta mujer gris y aparentemente ignorante, básica y sencilla, con la misma convicción con la que interpretaba a la presidenta de Chile en La cordillera de Santiago Mitre o a esa mujer que decide tomar las riendas de su vida en Gloria de Sebastián Lelio. Su mirada, sin excesos ni imposturas, revela todo un universo interior lastrado por una falta de voluntad trágica, a la vez que reflejan el descubrimiento de la atracción, la pasión y la esperanza por un futuro mejor y más personal. Por su parte, aunque lastrado por esa imposible dicción argentina, el actor Claudio Rissi incorpora a un nómada comerciante al que la vida parece haberle dado más palos que satisfacciones, pero superviviente al fin y al cabo y con la energía suficiente como para iluminar a esta mujer desorientada y desvaída, igual que lo hace ese sol que abrasa el desierto del título, así como esa Difunta Correa que parece flotar sobre el ambiente dotándolo de un aire místico. Con notable economía de medios, las directoras nos sumergen en una experiencia de vida dotada de tanta sensibilidad como significación existencial, y en apenas hora y cuarto todo queda dicho. Acompaña una brillante fotografía y una música que de ser puntual acaba resultando tan luminosa como el resto en la voz del compositor Leo Sujatovich.
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