Iglesia de San Luis de los Franceses, jueves 20 de septiembre de 2018

Los presidentes de las respectivas asociaciones organizadoras, Emilio Galán por ASAO y Arnold W. Collado por Juventudes Musicales, dignificaron el evento con unos discursos introductorios en los que no faltaron los consabidos agradecimientos a las autoridades locales, esos nuevos dueños del cortijo y modernos mecenas sin cuya generosidad parece no se puedan convocar actividades culturales de enjundia. Un entregado e intenso Halffter, en una de esas raras ocasiones en las que, conferencias preconcierto aparte, concurre al teclado en lugar de a la batuta, desplegó un programa centrado por completo en el autor que más adora y mejor comprende, Wagner. Y aunque no terminaron de calar sus invitaciones a vivir experiencias oníricas (Elsa paseando entre nosotros al son de Lohengrin) y revivir la Semana Santa sevillana a través de los Milagros del Viernes Santo y el Grial de Parsifal, no cabe duda de que logró sobradamente captar nuestra atención e interés, haciéndonos viajar por la senda de la melancolía y el dolor en un recital cargado de espiritualidad.
Salvo una muy aseada y meditada recreación de la Procesión de Elsa de Lohengrin, una de tantas transcripciones que realizó Liszt de la obra de su yerno, el resto fueron trabajos del propio Halffter a partir de la música del alemán, en los que desplegó con acierto y control los recursos puestos a su propia disposición. Tal fue su entrega y pasión que consiguió hacerse con un público sofocado por el calor húmedo reinante, alcanzándose el clímax con un apasionado Preludio y Muerte de Isolda en el que intercaló la hermosa Muerte de Tristán. Fueron las suyas unas versiones influidas por más de un siglo de transformaciones que han afectado a la manera de entender el arte. La suya fue una visión de Wagner del hombre contemporáneo, con matices, giros y soluciones estéticas que acercaron su música a la escritura vanguardista, trascendiendo en lo artístico y lo espiritual. Incluso la propina, una Variación Goldberg nº 25 de Bach que dedicó a su madre, la pianista María Manuela Caro que nos dejó a finales del pasado año, sonó de forma personal e íntima. Todavía le queda a Halffter mucho por hacer en esta ciudad que ama y repudia a partes iguales, pero ya empezamos a echarle de menos.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía
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