USA 2017 107 min.
Dirección John Curran Guión Taylor Allen y Andrew Logan Fotografía Maryse Alberti Música Garth Stevenson Intérpretes Jason Clarke, Kate Mara, Bruce Dern, Ed Helms, Jim Gaffigan, Taylor Nichols, John Fiore, Andria Blackman Estreno en el Festival de Toronto 10 septiembre 2017; en Estados Unidos 6 abril 2018; en España 21 septiembre 2018
Alguien dijo una vez que de haber monarquía en Estados Unidos los Kennedy serían los reyes de América. Y como tales siempre habrá quien limpie su mierda y les alivie sus "culpas". Joseph Patrick Kennedy fue el patriarca de una de las familias más influyentes, y a la vez desgraciadas, de los Estados Unidos del siglo XX. Sus tres hijos mayores y uno de sus nietos murieron en trágicas circunstancias, bien asesinados o en accidente de aviación. Han sido objeto de multitud de trabajos cinematográficos y televisivos, entre los que destacan JFK, Bobby y Jackie. La última película de John Curran, el artesano director de películas como El velo pintado, Stone y El viaje de tu vida, se añade a la lista de homenajes y análisis a esta célebre estirpe. Esta vez se trata del senador Ted Kennedy, único hijo superviviente del duro y despiadado patriarca, magníficamente interpretado desde el silencio y la postración por Bruce Dern (Nebraska, Family Plot). Jason Clarke da vida con convicción y cierto parecido físico al denostado senador, cuya carrera hacia la Casa Blanca se vio afectada por un accidente automovilístico que tuvo en 1969 en el lugar de referencia del título original, y en el que murió su acompañante, quien fuera secretaria de su difunto hermano Robert. Narrada con sobriedad y clasicismo, la fórmula de la consabida denuncia de la corrupción del poder queda expuesta de forma desangelada y hasta desapasionada, de manera que su endeble trama no llega nunca a despegar ni a suscitar suficiente interés. El análisis de su personalidad, sus dudas sobre el futuro, las decisiones que ha de tomar y su responsabilidad en el asunto, tampoco logran tener entidad suficiente, mientras detalles como la agonía de la fallecida dejan muchos matices por aclarar, tanto en la suponemos deficiente investigación que se llevó a cabo como en el planteamiento que del asunto hace la película. Ni siquiera la premisa principal de la cinta, la ambición por el poder, personificado en el implacable patriarca y su espeluznante consejo de coartada, adopta la fuerza necesaria para hacer de este episodio algo suficientemente atractivo. Sorprende además que se haya prescindido de alguien seguramente tan influyente en esta historia como Rose Kennedy, la madre. No obstante se reconoce la seriedad con la que se ha tomado el asunto, el buen trabajo interpretativo del elenco y su académica resolución formal.
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