sábado, 25 de enero de 2020

BERNALDO DE QUIRÓS ARRANCA CON NOTA EL AÑO BEETHOVEN

Integral de Sonatas de Beethoven. José Luis Bernaldo de Quirós, piano. Programa: Sonatas nº 1 en fa menor Op. 2 nº 1; nº 7 en re menor Op. 10 nº 3, nº 22 en fa mayor Op. 54, y nº 21 en do mayor Op. 53 “Waldstein”, de Beethoven. La Casa de los Pianistas, viernes 24 de enero de 2020

Después de la consolidación llegan las grandes apuestas, y la de Yolanda Sánchez al frente de la cada vez más imprescindible Casa de los Pianistas es ofrecer la que hasta el momento se nos antoja más ambiciosa celebración de los doscientos cincuenta años del nacimiento del más grande compositor de todos los tiempos, el irrepetible y para tantos y tantas inaccesible Ludwig van Beethoven. No es el caso del pianista invitado a desgranar a lo largo de todo el año sus treinta y dos sonatas para piano, José Luis Bernaldo de Quirós, que ya ha demostrado su dominio y técnica con este ciclo en Madrid y Cáceres y ahora lo hace en Sevilla dejando claro también su control del estilo y la fuerza del insigne compositor. La Casa de los Pianistas tiene además programada la integral de sonatas para violín y piano, que celebrará los meses de marzo y junio, y en su agenda figura también poder ofrecer la de los tríos con piano y las sonatas para violonchelo y piano. Nadie hasta el momento ha presentado una oferta tan completa y ambiciosa en la ciudad para celebrar tan importante acontecimiento.

Esta interpretación de las sonatas de Beethoven nos trae el feliz recuerdo de aquella temporada 2008-2009 en el Centro Cultural Cajasol, hoy Espacio Turina, en la que se ofreció también el ciclo completo de la mano de los pianistas Louis Lortie, Nelson Goerner, Jonathan Biss y Javier Perianes, que tan buenos momentos nos dejaron y en la que se coló también Elisabeth Leonskaja interpretando en febrero de 2008 las tres últimas e irrepetibles sonatas. Bernaldo de Quirós arrancó este reto con la primera y la séptima de las treinta y dos sonatas, pertenecientes a una época en la que el piano era un instrumento joven que aún desarrollaba su rango expresivo y sonoro. Casi la mitad del ciclo es anterior a 1805, después fueron apareciendo sonatas de forma esporádica pero con mayor calidad, como muy bien pudo apreciarse en este primer concierto que enfrentó con acierto la estética primitiva de estas dos primeras sonatas y la más sofisticada de las ofrecidas en la segunda parte.

Bernaldo de Quirós, que ya actúo en noviembre pasado en La Casa de los Pianistas y en 2016 en el Festival de Primavera de Juventudes Musicales, atacó la Sonata nº 1 tratando de imitar en la medida de lo posible el sonido percutivo, seco y rígido del fortepiano, con fiereza y concreción y abrazando esa estética mozartiana que la caracteriza y de la que Beethoven se sentía tan satisfecho. El desafío provocó que su versión nos pareciera algo mecánica y demasiado medida. Algo parecido sucedió con la Sonata nº 7, tercera del opus 10, donde ya se atisban rasgos imprescindibles de su personalidad, con un primer movimiento en el que brilló su fuerza y concentración, destacando una interpretación muy sombría y apesadumbrada del trágico largo central, por encima de un convencional minueto y un final al que faltó mordacidad. Destacó sin embargo el ágil fluir de ideas y su dramática y espectacular conclusión.

Las dos sonatas abordadas en la segunda parte son buena muestra de la madurez expresiva, la musculatura y el lenguaje genuinamente beethoveniano, todo lo cual asomó de manera ejemplar en las versiones que Bernaldo de Quirós acometió de memoria y con un dominio considerable del estilo del compositor. Así, el primer movimiento de la Sonata nº 22 sonó elegante, con armonías claras, matices marcados y contrastes muy dinámicos, mientras el allegretto fluyó como un auténtico torbellino, imperturbable y hasta agresivo, todo un ejemplo de agilidad circense combinada con acierto expresivo. La más popular y lograda de las cuatro sonatas, la nº 21, también conocida como Waldstein por su dedicatario y Aurora por su carácter resplandeciente, contó con el buen hacer del pianista hasta conseguir una depurada interpretación, frenética y trepidante en un allegro inicial exultante y poderoso, profundo y sentimental en el allegretto moderato tras un muy reflexivo adagio de transición y antes de un efectivo y tumultuoso prestissimo final y de regalarnos dos propinas, los Rumores de La Caleta de Albéniz y una sonata del Padre Soler ofrecidas también muy en estilo. Aguardamos pues con interés la próxima cita, el viernes 21 de febrero.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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