martes, 6 de febrero de 2024

ARGYLLE Una carísima nadería

Reino Unido-USA 2024 139 min.
Dirección
Matthew Vaughn Guion Jason Fuchs, según la novela de Ellie Conway Fotografía George Richmond Música Lorne Balfe Intérpretes Bryce Dallas Howard, Sam Rockwell, Bryan Cranston, Catherine O’Hara, Samuel L. Jackson, Henry Cavill, Dua Lipa, Ariana DeBose, John Cena, Sofia Boutella, Richard E. Grant, Rob Delaney, Jason Fuchs, Jing Lusi, Tomás Paredes Estreno en Reino Unido, Estados Unidos y España 2 febrero 2024

Por mucho que fuésemos advertidos, hay atractivos a priori que invitaban a sufrir esta película, como su reparto o su discotequera banda sonora, pero ni eso justifica enfrentarse a semejante engendro. Su director, curtido en sagas de acción más o menos ingeniosas, como Kick-Ass, X-Men Primera generación o Kingsmen, fija ahora su atención en la novela de espías de una supuesta Ellie Conway que la vez es el personaje que protagoniza este disparate esperpéntico. No arranca mal, con Henry Cavill dando vida a una réplica de James Bond hipervitaminado, y Dua Lipa reafirmándose como diosa absoluta al ritmo de Barry White. Una desenfrenada y divertidísima persecución por las pintorescas calles de una típica isla griega, corrobora esa réplica jamesbondiana ante la sequía habitual a la que nos condena la saga de Ian Fleming.

Cuando todo se convierte en imaginación literaria de la autora/protagonista de la inhóspita y casi invisible trama, con reminiscencias a la Kathleen Turner de Tras el corazón verde, todavía nos queda un resquicio de esperanza gracias a una exageradísima pelea en un tren al estilo Bullet Train que se desarrolla al ritmo de Sylvester. Pero sólo llevamos unos veinte minutos y todo empieza ya a apuntar a que el resto va a ser un disparate de difícil digestión en el que ni la atrevida propuesta de que la heroína luzca belleza de talla grande, logra convencer. Falta chispa en el guion, no logramos sintonizar con su supuesta trama, que apenas interesa, y no funciona ni su macguffin, un archivo secreto que francamente no nos importa nada.

Ni el atractivo reparto, muchos y muchas de las cuales apenas aparecen cinco minutos en pantalla, incluidos Cavill, Lipa y DeBose, ni su vertiginosa puesta en escena, donde toda coreografía de Howard y Rockwell está resuelta por ordenador, consigue sacarnos del hastío y la indiferencia más absoluta. Nos advirtieron, no hicimos caso y tuvimos nuestro castigo. Pero si la sufrimos en una pantalla gigante LED, con sonido Atmos de primera categoría y en versión original, todavía hayamos algún tipo de recompensa o redención. Los Odeon Plaza de Armas nos facilitaron estas ventajas.

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