Reino Unido-USA 2023 105 min.
Guion y dirección Andrew Haigh, según la novela de Taichi Yamada Fotografía Jamie Ramsay Música Emilie Levienaise-Farrouch Intérpretes Andrew Scott, Paul Mescal, Claire Foy, Jamie Bell Estreno en Reino Unido 16 enero 2024; en españa 23 febrero 2024
Salvo en contadas ocasiones que se ha despegado del tema, desde que estrenara Weekend en 2011, el director británico Andrew Haigh se ha centrado en los problemas sociales y sentimentales de la comunidad gay, con la serie Looking como piedra angular. Pero también ha demostrado una profunda sensibilidad a la hora de abordar otros temas relevantes como la senectud y el recuerdo en 45 años, o la madurez en un entorno comprometido con la naturaleza y los animales en Lean on Pete. Ahora, con Desconocidos, parece obtener su mayor reconocimiento artístico y crítico, ofreciendo una lectura bastante personal, hasta límites casi autobiográficos, de la novela de Taichi Yamada en la que se basa, y le ha salido un film quizás algo controvertido y discutible, pero tan hipnótico y diferente que merece la atención que está despertando.
En All of Us Strangers (Todos nosotros extraños, que es su título original) nos sumerge en las distintas percepciones que sobre una misma realidad podemos tener según en qué época y lugar habitemos. Un escritor, más específicamente guionista, experimenta en primera persona, gracias a un tratamiento algo onírico de la realidad, la relación que sus padres, en una determinada época y con menos edad que él, tenían con un tema tan tabú en los ochenta, una década sin embargo bastante proclive al surgimiento de nuevas estéticas y sensibilidades como la homosexualidad. A la vez, una incipiente y presunta relación sentimental con un joven vecino, le hará experimentar esa misma situación en un mundo en el que ya no parece tener hueco y con el que no parece sentirse identificado. Haigh recorre así el camino seguido por el movimiento de liberación sexual desde la incomprensión y el rechazo incluso de nuestros seres más queridos, hasta unos nuevos hábitos centrados en el consumo de alcohol y drogas, tan peligrosos y nada recomendables que se creían postergados desde los tiempos del Sida.
Todo ello con un tratamiento fantasmagórico e inquietante, un ritmo relajado y unas ajustadas interpretaciones entre las que el hermetismo aparente de su protagonista parece sobresalir sobre el carácter más desenfadado y optimista de sus progenitores y el desvencijado y casi absurdo de su supuesta pareja, todo ello en un conjunto algo brumoso, amenizado con un buen puñado de canciones de los ochenta, Frankie Goes to Hollywood a la cabeza, y una sensación generalizada de pérdida y nostalgia flotando sobre el ambiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario