martes, 7 de julio de 2015

NO MOLESTAR Rancio vodevil

Título original: Une heure de tranquillité
Francia 2014 79 min.
Guión y dirección Patrice Leconte, según la obra de Florian Zeller Fotografía Jean-Marie Dreujou Música Éric Neveux Intérpretes Christian Clavier, Carole Bouquet, Valérie Bonneton, Rossy de Palma, Stéphane De Groodt, Sébastien Castro, Christian Charmetant, Arnaud Henriet, Ricardo Arciaga, Elisha Camacho, Martine Borg, Brigitte Lucas Estreno en Francia 31 diciembre 2014; en España 27 junio 2015

Poco queda del director que triunfó en los noventa con Monsieur Hire, El marido de la peluquera y Ridicule en esta comedieta vodevilesca que más parece un episodio de la insoportable Aquí no hay quien viva que la película digna y refrescante que algunos se han empeñado en reivindicar. Sal muy gruesa para criticar el egoísmo y el individualismo, a partir de la fábula de un burgués ilusionado con escuchar durante algo menos de una hora un disco supuestamente raro que ha encontrado en un mercadillo. El disco en cuestión añade egocentrismo al asunto a través de su título Me, myself and I, aunque Leconte patina al sustituir una supuesta grabación de finales de los cincuenta del artista inventado Neil Youart con otra de los treinta y un sonido considerablemente peor. Ni que decir tiene que el libreto se encarga, más a través de la impostura que de otra cosa, de abortar los planes del pobre protagonista, que en un discreto ejercicio de darle la vuelta a la tortilla, acaba resultando el menos egoísta de la fauna que le rodea, una esposa poco comprensiva, una criada escandalosa, una amante pesadísima, un hijo perroflauta (diseñado también con trazo grueso como un parásito de la sociedad), un vecino chismoso y ridículo, o unos obreros y demás emigrantes inútiles e igualmente parásitos. Todo un muestrario que haría las delicias de Marine Le Pen. Ideal para llenar teatros domingueros de señoras embutidas en abrigos de pieles, con algún Pedro Osinaga sobre el escenario y un libreto rancio a lo Alfonso Paso para reírle las gracias. A Leconte le quedó mejor, más fresca y disfrutable, su comedia de 1993 Tango, que aquí se estrenó con el horrible y desafortunado título de La maté porque era mía. Lamentable.

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