USA 2014 93 min.
Dirección Peter Bogdanovich Guión Peter Bogdanovich y Louise Stratten Fotografía Yaron Orbach Música Ed Shearmur Intérpretes Owen Wilson, Imogen Poots, Kathryn Hahn, Will Forte, Jennifer Aniston, Rhys Ifans, George Morfogen, Austin Pendleton, Ileana Douglas, Cybill Shepherd, Lucy Punch, Debi Mazar, Jake Hoffman, Joanna Lumley, Ahna O'Reilly, Richard Lewis Estreno en el Festival de Venecia 29 agosto 2014; en España 24 julio 2015; en Estados Unidos 14 agosto 2015
Aunque su presencia en la gran pantalla se haya prodigado poco, Peter Bogdanovich ha seguido en activo. Últimamente está más centrado en la televisión y el documental, pero desde 2001 no dirigía ningún largometraje. El último, El maullido del gato, ni siquiera se estrenó en nuestro país, mientras las últimas que sí lo hicieron se remontan a principios de los noventa, Esa cosa llamada amor, Texasville (continuación de su obra maestra, La última película) y Qué ruina de función, un divertido vodevil que se ambientaba en Broadway, igual que esta nueva cinta que nos ocupa y que supone la alternativa de su esposa, Louise Stratten, como guionista. Stratten es a su vez hermana de Dorothy Stratten, famosa chica playboy, actriz y amante de Bogdanovich a principios de los ochenta, cuando la dirigió en Todos rieron, justo al ser asesinada por su marido. La debutante guionista teje una clásica comedia de enredo ambientada en las bambalinas y con el ego y el temperamento de los artistas como elemento cómico. Su interés, y el de Bogdanovich, reside en resucitar el espíritu de las antiguas comedias de Hollywood, como ya hiciera el realizador de Targets con películas como ¿Qué me pasa doctor?, Luna de papel y Un largo y definitivo amor. Sin embargo, e involuntariamente, se asemeja más al espíritu de la astracanada y el disparate de las comedias españolas, especialmente las realizadas para la televisión. Así un argumento disparatado y nada convincente sirve a un puñado de grandes actores y actrices para deslizar su histrionismo más escandaloso, en un conjunto que ni convence ni entretiene, apenas sirve al cometido de desentrañar los complejos y manías de los artistas, y termina sirviendo sólo como juego para descubrir las identidades de intérpretes que han trabajado antes a sus órdenes, como Cybill Shepherd o Austin Pendleton, así como los continuos cameos de gente como Michael Shannon, Colleen Camp (también en Todos rieron), Campbell Scott, Tatum O'Neal (la niña de Luna de papel) o el mismísimo Quentin Tarantino, que seguramente se confesará admirador de Bogdanovich. En el camino un par de referencias a Lubitsch y muy especialmente a El pecado de Cluny Brown, otro fracaso de Owen Wilson a las órdenes de un comediante legendario, como cuando le dirigió James L. Brooks en ¿Cómo sabes si...?, y el rostro desfigurado de Ileana Douglas, habitual en las películas de Scorsese y nieta de Melvyn Douglas, uno de los grandes referentes de la comedia clásica americana a la que este despropósito no consigue acercarse ni de lejos.
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