Marruecos-Francia-Bélgica 2012 113 min.
Dirección Nabil Ayouch Guión Jamal Belmahi, según la novela “Les étoiles de Sid Moumen” de Mahi Binebine Fotografía Hichame Alouié Música Malvina Meinier Intérpretes Abdelhakim Rachid, Abdelilah Rachid, Hamza Souidek, Ahmed el-Idrissi Amrani, Saïd Lalaoui, Achraf Aafir Estreno en Bélgica 13 febrero 2013; en Francia 20 febrero 2013; en Marruecos (Festival de Tánger) febrero 2013; en España 3 julio 2015
Conmovedor testimonio sobre los pilares en los que se asienta la conversión de unos jóvenes marroquíes en terroristas kamikazes del extremismo islámico, concretamente algunos de los que perpetraron los salvajes atentados que dejaron casi medio centenar de muertos en Casablanca en el año 2005. El interés de la cinta radica en mostrar como caldo de cultivo la extrema pobreza en la que viven millones de marroquíes, siempre bajo la mirada despreocupada e irresponsable de un gobierno incapaz de resolver sus problemas internos. La película del joven Nabil Ayouch, realizada con recursos y resoluciones formales y estéticas impensables en una producción de tal nacionalidad, seguramente debido a la participación de Francia y Bélgica, refleja el largo viaje de tres hermanos desde las chabolas en las que viven su infancia, cuando soñaban con ser algún día estrellas del fútbol, hasta su captación para convertirse en terroristas islámicos. El interés reside en establecer una conexión entre esa pobreza extrema, y su consecuente falta de esperanza, y la facilidad con la que estos desgraciados son convencidos para encontrar una ilusión y un destino a sus desdichadas vidas paradójicamente a través de la muerte. La fuerza y el color de unas imágenes sometidas además a épicos vuelos cenitales y espectaculares travellings a ras de suelo, lo que recuerda a otra película con la palabra Dios en el título, Ciudad de Dios, contrasta con su mensaje de denuncia de la manipulación que ejercen quienes pretenden a través de una supuesta guerra santa ejercer el poder y dominar la humanidad; al fin y al cabo el supuesto extremismo religioso al que estamos acostumbrados a referir en medios de comunicación y otros centros de poder, no es en realidad más que una forma de detentar el poder, como lo fue en otros tiempos en los que Cruzadas, Colonización o Inquisición hicieron también sus estragos. Los perjudicados son siempre los más vulnerables, los más desfavorecidos y marginados, y la película de Ayouch lo analiza con prístina elegancia, elocuencia y precisión. Se exhibió en Un certain regard de Cannes 2012, obtuvo la Espiga de Oro en Valladolid del mismo año, y se quedó a las puertas de una nominación al Oscar al mejor film de habla no inglesa en la edición de 2014, además de cosechar un buen número de galardones en otros festivales alrededor del Mundo.
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