Francia 2016 100 min.
Guión y dirección Mia Hansen-LØve Fotografía Denis Lenoir Intérpretes Isabelle Huppert, André Marcon, Roman Kolinka, Edith Scob, Sarah LePicard, Solal Forte, Elisa Lhomeau, Lionel Dray, Marion Ploquin Estreno en el Festival de Berlín 13 febrero 2016; en Francia 6 abril 2016; en España 23 septiembre 2016
Musa primero y esposa después de Olivier Assayas, Mia Hansen-LØve saltó a la fama ya con su debut en la dirección con Todo está personado. Ahora consigue el respaldo unánime de la crítica, que se ha rendido a su sutileza y elegancia a la hora de plantear un problema tan de actualidad como el rol de cada generación ante una crisis económica e ideológica como la que estamos viviendo en el amanecer de este nuevo y desdichado siglo De paso ha conseguido también el Oso de Plata a la mejor dirección en el pasado Festival de Berlín. No seré yo por lo tanto quien ponga en entredicho la valía de este film y me atreva a distinguirlo en función exclusivamente de mis gustos personales. Sin embargo he de confesar que no puedo abstraerme a mi forma de entender y disfrutar el cine a la hora de calificar una película que, ante todo, me ha parecido tan pedante o más que su anterior trabajo, Eden, en el que analizaba el papel de los grandes disc-jockeys electrónicos en la música y el panorama mediático de hoy. En este nuevo trabajo fija su mirada en una familia aparentemente perfecta, tan intelectuales como lo puedan ser unos profesores de filosofía, con pisos llenos de libros sesudos y casa de campo de notable regusto, todo muy en la línea a la que nos tienen acostumbrados las comedias neoyorquinas de Woody Allen. El tono, por supuesto, es muy distinto. Secuencias cortas y dispersar para emplear un lenguaje cuya gramática, estructura y constante simbología no me convence cuando de tratar un tema tan apasionante se trata. Y es que nos habla del paulatino abandono de ideales y objetivos cuando se alcanza una madurez aburguesada y todas nuestra necesidades están cubiertas, y la necesidad de que sean las nuevas generaciones quienes se preocupen de alcanzar las metas que otras han conseguido con su lucha colectiva y personal, en aras siempre de encontrar la felicidad que a tanta gente le parece una quimera. El personaje central, una Isabelle Huppert espléndida como siempre, viaja de regreso al idealismo cuando su vida sufre una serie de vaivenes traducibles en crisis personales; un viaje que le revelará cuestiones de su personalidad que aunque ya conocía, esperaba poder superar, anquilosada incluso en su rol de mujer a pesar de todo tradicional, convencida madre de familia e hija abnegada. Sin duda un tema apasionante y un material de primera que, sin embargo, en su tratamiento, en cómo lo cuenta su joven y posiblemente talentosa directora, no llega a transmitirme emoción ni siquiera un mínimo de interés. No suelo escribir en primera persona, pero esta visión tan personal que he tenido de un film ya bendecido unánimemente, me obliga a ello.
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