Dirección Stephen Frears Guión Nicholas Martin Fotografía Danny Cohen Música Alexandre Desplat Intérpretes Meryl Streep, Hugh Grant, Simon Helberg, Nina Arianda, Rebecca Ferguson, Neve Gachev, Dilyana Bouklieva, John Kavanagh Estreno en Australia 5 mayo 2016; en Estados Unidos 12 agosto 2016; en España 23 septiembre 2016
Seguramente la película francesa Madame Marguerite suscitó el interés para hacer esta película basada en el personaje real que inspiró al interpretado por Catherine Frot, en este caso una norteamericana en el Nueva York de los años cuarenta. Esta particular historia sobre una millonaria de Manhattan, promotora y patrocinadora de diversas manifestaciones musicales en la ciudad, que solía cantar ópera en público sin poseer talento al respecto, consentida por sus generosas aportaciones, ha dado pie a Stephen Frears, sólo unos meses después de presentar El ídolo sobre el rey del dopaje Lance Amstrong, para hacer una película vodevilesca menor pero con cierto encanto, en la línea de Mrs. Henderson presenta. Frears ha convertido esta anecdótica biografía en un vodevil teatral con apuntes interesantes pero un conjunto dominado por la liviandad sin obviar su carácter eminentemente amable. Destaca la interpretación de Streep, sobre todo a la hora de abordar el repertorio lírico con tanta falta de afinación y talento, pues ya sabemos que la actriz se defiende hasta en la canción, y para demostrarlo una pieza lírica, Like a Bird de Cosme McMoon, cantada con solvencia por ella en sueños; hacerlo tan mal y convincentemente cómica tiene mucho mérito. Por otro lado destaca también el joven Simon Helberg, que da vida precisamente a Cosme McMoon, pianista de la pobre niña rica, todo un descubrimiento por su aspecto y cómica gesticulación. Su homosexualidad está tratada con tanta elegancia como otros aspectos apuntados en el guión, como la posibilidad de amar a varias personas a la vez, aunque poco profundizados para al final quedarse con el apunte más evidente del amor incondicional de un esposo capaz de mover tierra y cielo para que su esposa enferma no descubra que a su alrededor todo es una farsa, y que su falta de talento es motivo de burla generalizada. Todo muy amable y muy clásico en un film en el que no faltan momentos inolvidables, como el baile de Hugh Grant y Nina Arianda o la sublimación de la soledad personalizada en un Preludio Op. 28 nº 4 de Chopin a cuatro manos, las de Meryl Streep y Simon Helberg.
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