Francia 2016 106 min.
Dirección Mark Osborne Guión Irena Brignull, según la novela de Antoine de Saint-Exupery Música Hans Zimmer, Richard Harvey y Camille Voces (en versión original) Jeff Bridges, Mackenzie Foy, Rachel McAdams, Paul Rudd, Riley Osborne, Bud Cort, Marion Cotillard, Benicio del Toro, James Franco, Ricky Gervais, Paul Giamatti, Albert Brooks Estreno en el Festival de Cannes 22 mayo 2015; en Francia 29 julio 2015; en España 9 septiembre 2016
Aunque parezca mentira El principito, la famosísima novela corta de Saint-Exupery, apenas ha conocido adaptaciones a la gran pantalla. En realidad sólo dos, ésta y el musical de Frederick Loewe y Alan Jay Lerner que dirigió Stanley Donen en 1974. El resto son adaptaciones al corto y la televisión, además de las muchas que se han realizado para el teatro, incluidas algunas óperas, una de ellas en un solo acto de la compositora cinematográfica Rachel Portman, ganadora de un Oscar en 1996 por Emma. Aunque francesa, esta versión animada del célebre cuento está hablada en inglés y cuenta para ello con un reparto de ensueño. Pero que nadie se engañe, lo que propone Mark Osborne en un registro muy diferente al que cultivó en otras cintas como Bob Esponja o Kung Fu Panda, no es exactamente una adaptación del cuento, sino una continuación del mismo en el que se aprovecha para hacer una síntesis del original tan fiel al texto como a las ilustraciones del propio Saint-Exupery. Nos encontramos ante la historia de una de esas niñas de hoy acuciadas por padres ambiciosos que preescriben sus futuros y les hurtan su infancia a fuerza de agendas apretadas, obligaciones inabarcables y responsabilidades inasumibles. Su encuentro con el viejo aviador, alter ego del propio escritor y piloto francés, le hará descubrir este maravilloso cuento dirigido tanto a niños, para apreciar su infancia, como a adultos, para ayudarles a recordarla y a valorar lo que de verdad importa, dejando para la posteridad esa huella imborrable que nos permita vivir eternamente en los corazones de quienes nos recuerden. Acierta Osborne en combinar animación digital para la historia de la niña en busca del príncipe ya adulto para que se reencuentre con su viejo amigo el aviador, con stop motion para la resumida recreación del cuento original, en el que las figuras están diseñadas en papel quizás como reivindicación de la lectura y sus ilustraciones como vehículo con el que llegar al verdadero corazón de esta historia inmortal. Pero en el camino estructura y dramaturgia resultan farragosas, poco apropiadas para niños, ni siquiera para convencer a adultos sobre sus poderosas premisas filosóficas y vitales. Ni el diseño es en sí esplendoroso ni la historia cobra la magia que requiere, quedándose en tierra de nadie que sus artífices han cuidado con indiscutible mimo pero una orientación equivocada. Hay ambición e intención de ser creativos, pero con peores resultados que los pretendidos. El hijo del realizador pone voz al pequeño príncipe cuando aún es niño.
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