USA 2016 102 min.
Dirección David Lowery Guión Toby Halbrooks y David Lowery Fotografía Bojan Bazelli Música Daniel Hart Intérpretes Oakes Fagley, Bryce Dallas Howard, Oona Lawrence, Wes Bentley, Karl Urban, Robert Redford, Michael C. Hall, Craig Hall Estreno en Estados Unidos 12 agosto 2016; en España 19 agosto 2016
Pedro y el dragón Elliot (los distribuidores actuales han preferido llamarle Peter, que ni es Pedro ni el Pete original), fue un musical Disney de finales de los setenta que no cosechó ni de lejos el éxito al que estaban acostumbrados en la factoría. En su política de actualización de grandes éxitos le ha tocado el turno ahora a ese olvidado film que combinaba acción real y animación tradicional. Lo cierto es que apenas podemos llamar remake a esta nueva versión en la que el dragón animado del original pasa a ser uno en 3D digital, como mandan los actuales cánones. Y es que su argumento se ha modificado en tal medida, diríamos incluso que sustancialmente mejorado, que bebe y se inspira más en los clásicos sentimentales y de aventuras de los años ochenta, especialmente los que dirigió o produjo Steven Spielberg, que en el original de referencia. El resultado es una entrañable fábula sobre la amistad, la magia y la necesidad de creer en algo, depositando la confianza y la esperanza en ello. Pero lo que más destaca en el film, al margen de sus espectaculares localizaciones naturales, es la ternura con la que está hecho, cómo mima a sus personajes, niños que por una vez se comportan como tales y adultos responsables y nunca monocordes, y la lucidez con la que plasma la vida sencilla rural y la sensibilidad de quienes se entregan a la naturaleza y sus bondades. El ritmo y la estructura de la cinta se entregan sin prejuicios a esa manera de hacer quizás anticuada pero que dota al conjunto de un toque de melancolía perfecto para conseguir un cuento entrañable lleno de ternura. Las ajustadas interpretaciones, la carencia de estereotipos trillados y el esplendor de su propuesta visual sitúan este film por encima de lo que suele ser hoy la oferta para niños y familiares. Un regreso a ese cine sentimental y emotivo que antaño se cultivaba en Hollywood, que aunque en el proceso eche mano de recursos emocionales destinados a la lágrima fácil, se agradece entre tanta inmundicia con la que se nos invade en la actualidad.
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