Dirección Imanol Uribe Guión Daniel Cebrián e Imanol Uribe Fotografía Gonzalo F. Berridi Intérpretes Eduard Fernández, Elena Anaya, José Luis García Pérez, Ignacio Mateos, Teresa Arbolí, Juan Motilla, Verónica Moral, Martxelo Rubio, Susi Sánchez
Tras varios años de ausencia en la cartelera, desde La carta esférica y Miel de naranjas, Imanol Uribe regresa a uno de sus campos de batalla, el terrorismo de ETA, en el que ha realizado películas como El proceso de Burgos, documental que supuso su debut en el largometraje, La fuga de Segovia, Plenilunio y, sobre todo, La muerte de Mikel y Días contados. El fin de la violencia y la aplicación de la doctrina Parrot sirven de telón de fondo a una trama tan retorcida como incómoda, puede que incluso inverosímil, que nos cuenta la enfermiza relación que entablan dos personajes marcados por un brutal atentado terrorista ocurrido treinta años atrás. El mérito de la película reside en convertir un argumento tan rocambolesco en una intriga plausible y sofocante, servida mucho más a través de la imagen que de la palabra, algo insólito en nuestro cine, y que las estupendas interpretaciones de Eduard Fernández y Elena Anaya dotan de un mayor grado de intriga, misterio y desasosiego. Los bellísimos paisajes marítimos y desérticos de Almería a los que vuelve el director tras Bwana (1996), en los que se desarrolla el argumento, contribuyen de manera también decisiva a dotar al film de una insalubre sensación de melancolía y extrañeza. Los personajes secundarios y las tramas paralelas funcionan también de forma casi matemática al objeto de tejer esta terrible fábula sobre el dolor, la violencia, la rabia y la necesidad de perdonar y ser perdonado, de forma que aunque cueste trabajo convencerse de la posibilidad de que algo como lo que se nos cuenta en pantalla pueda llegar a ser cierto, consigue atrapar y enganchar en su irrefrenable vocación de seducción y provocación. Como curiosidad los títulos de crédito finales destacan el número de personas a las que esta producción ha dado trabajo, al estilo de lo que hacía también Iñárritu en Birdman, dejando claro el valor del cine como industria generadora de empleo y riqueza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario