USA 2016 115 min.
Dirección John Lee Hancock Guión Robert D. Siegel Fotografía John Schwatrzman Música Carter Burwell Intérpretes Michael Keaton, Nick Offerman, John Carroll Lynch, Laura Dern, Linda Cardellini, Patrick Wilson, B.J. Novak, Lauren Denham, Catherine Dyer, Ric Reitz, Wilbur Fitzgerlad Estreno en Estados Unidos 20 enero 2017; en España 10 marzo 2017
Tras Un sueño posible y Al encuentro de Mr. Banks, John Lee Hancock continúa analizando el sueño americano, pasando esta vez de un icono de la cultura popular como Walt Disney a otro de la perseverancia empresarial, esa que tantas veces se ha dicho ha hecho a Estados Unidos grande. Se trata del creador de la cadena de restaurantes de comida rápida, y por extensión basura, más grande y rentable del mundo, McDonald’s. Para la ocasión Hancock abandona el tono amable casi de fábula que imperó en su particular análisis de la gestación de Mary Poppins para adentrarse en un terreno más ácido y espinoso, el que domina la atmósfera de esta interesante crónica que constituye al mismo tiempo una lúcida lección de negocios y una crítica al poder y la arrogancia del pueblo americano. La figura de Ray Kroc, vendedor de Illinois que se recorrió toda la Ruta 66 para encontrar el restaurante que los “hermanos” McDonald regentaban en San Bernardino (Califonria), para finalmente hacerse con el control de la empresa y expandirla por todo el globo, es tratada por Hancock y el guión de Robert Siegel (The Wrestler o El luchador) con inteligente respeto, sin incidir como suele hacerse últimamente en su miseria, sino destacando su talento y aptitud para los negocios, sin por ello renunciar a su vertiente crápula y su a la larga falta de escrúpulos, por mucho que su relación con los virtuosos hermanos se trate con humor y ciertas dosis de amabilidad. El diseño de personajes es excelente, su interrelación formidable (especial atención a la atracción que sienten el protagonista y la que fuera su segunda esposa, basada en una sintonía para los negocios que no alcanzó a tener con su primera y abnegada cónyuge), lográndose con una ambientación cuidada y nada estridente, una estructura precisa y una dramaturgia absorbente, un film por encima de la media en este tipo de empresas. Keaton triunfa con su interpretación, flanqueado por un conjunto de secundarios y secundarias que hacen un trabajo ejemplar, una fotografía luminosa y nostálgica y una inquietante banda sonora de Carter Burwell, a la que apenas se le puede reprochar su carácter casi omnipresente.
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