USA 2017 123 min.
Dirección Bill Condon Guión Stephen Chbosky y Evan Spiliotopoulos, según la novela de Jeanne-Maire Leprince de Beaumont Fotografía Tobias A. Schliessler Música Alan Menken Intérpretes Emma Watson, Dan Stevens, Luke Evans, Kevin Kline, Emma Thompson, Ewan McGregor, Ian McKellen, Josh Gad, Audra McDonald, Gugu Mbatha-Raw, Stanley Tucci, Hattie Morahan, Adrian Schiller, Chris Andrew Mellon Estreno en Estados Unidos y España 17 marzo 2017
Siguiendo con su política de reconvertir sus clásicos animados, especialmente los que tienen princesas como protagonistas, en películas de imagen real, Disney acomete ahora el acondicionamiento de su éxito de hace veintiséis años La bella y la bestia, único film de animación de la historia que logró una nominación al Oscar a la mejor película, cuando aún no se había creado la categoría de mejor película de animación. Se trata por lo tanto del clásico más reciente reconvertido, con resultados gratamente estimulantes. Al contrario que en otras ocasiones (Blancanieves, La bella durmiente, Cenicienta, Alicia en el país de las maravillas), esta vez se ha optado por seguir más el espíritu y la literatura del original, apenas apartándose de él sino para añadir perfiles a los personajes. Para ello se ha contado con un director de probada aptitud como Bill Condon, cuya personal mirada sobre iconos reales y ficticios como James Whale (Dioses y monstruos), el biólogo Alfred Kinsey (Kinsey), el polémico Julian Assange (El quinto poder) o Sherlock Holmes (Mr. Holmes), así como su capacidad para el musical, demostrada en la sensacional Dreamgirls, le han granjeado una categoría y dignidad que ni siquiera su incursión en la saga Crepúsculo (Amanecer) ha logrado mancillar. Valiéndose de un par de guionistas de tan dispar trayectoria como Stephen Chbosky (La ventajas de ser un marginado) y Evan Spiliotopoulos (al servicio de Disney para poner en pie productos meramente coyunturales), Condon ha logrado una lectura del cuento de Leprince de Beaumont a medio camino entre el suntuoso musical que proponía la versión de 1991 y su adaptación a Broadway una década después, y la poesía inherente al film que dirigió Jean Cocteau en 1946, resultando una cinta extremadamente triste y melancólica. No podemos pasar por alto su barroquismo estético y su estilizada banda sonora, para la que Alan Menken ha añadido a su oscarizada partitura original nuevas canciones y un score más complejo y completo. No falta el humor, incluidas divertidas referencias gays a las que son tan proclive el realizador, y las referencias cultas y musicales, mientras el espléndido elenco protagonista no tiene sentido si no se disfruta en versión original, ya que en su mayoría prestan su voz y gestos a una serie de objetos animados según la tecnología digital más avanzada. Sin embargo, en su versión doblada nuestros distribuidores no tienen el detalle de destacar el excelente trabajo de dobladores y dobladoras, en textos y canciones, relegando su acreditación al final de todos los títulos y a velocidad de vértigo. En fin, un espectáculo notable, realizado con mucho cariño y atención a los detalles, con un considerable sentido romántico y un elevado nivel dramático que justifican que nos encontremos ante un producto válido y bienvenido.
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