Dirección Álex de la Iglesia Guión Álex de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría Fotografía Ángel Amorós Música Carlos Riera y Joan Valent Intérpretes Blanca Suárez, Mario Casas, Secun de la Rosa, Carmen Machi, Jaime Ordóñez, Terele Pávez, Joaquín Climent, Alejandro Awada, Jordi Aguilar, Diego Braguinsky Estreno en el Festival de Berlín 15 febrero 2017; en salas comerciales 24 marzo 2017
Seguros de que algún día su cine será objeto de análisis y estudio incluso en los centros académicos, no podemos sin embargo evitar pensar que las películas de Álex de la Iglesia, a pesar de ser entretenidas y estar muy bien rodadas, no suelen estar bien acabadas, no logran redondear su mensaje ni intención, perdiéndose a menudo en su vocación de astracanada, y rematando la faena frecuentemente de forma descuidada y apresurada. Felizmente no es el caso de su última película, que nos parece superar esos inconvenientes y convertirse seguramente en la mejor y más conseguida de su filmografía. Tomando como base una anécdota cuya efímera actualidad ha quedado sobrepasada en apenas unos meses, la cinta se sumerge en el mundo de las apariencias, lo que creemos y damos por hecho que es y sin embargo no lo es. Los medios de comunicación y los poderes fácticos nos convencen de que todo lo que vemos y leemos es cierto; a veces incluso los primeros se convierten en instrumento a través de los cuales los segundos siembran la opinión pública de mentiras y falsedades, dada la progresiva falta y pereza que los medios tienen de contrastar y comprobar la certeza de lo que nos cuentan. De la Iglesia, con su inseparable Jorge Guerricaechevarría al guión, urden un film cómico y dramático en torno a un grupo de personas que intentan sobrevivir a una situación límite y desesperada en el interior de un bar. Lógicamente el experimento servirá para enjuiciar el comportamiento mezquino del ser humano, que trasciende cuando las normas de convivencia y de educación parecen sobrar. El impecable trabajo interpretativo de todos y cada una de los actores y actrices convocadas, unido a esa portentosa manera técnica de trabajar del director vasco, consiguen un film envolvente y sorprendente de principio a fin, que aunque en ocasiones se hace difícil de digerir, con momentos realmente nauseabundos, divierte considerablemente y logra hacernos reflexionar no ya sobre nuestro propio comportamiento sino sobre la manipulación a la que se nos somete constantemente con el fin de asirse a un incomprensible y absurdo poder con el que controlar todo lo que nos rodea y sacar la máxima tajada del mundo en el que vivimos. Todo eso es objeto de un esmerado tratamiento en el que una vez más se evidencia el amor del realizador por el cine, con soluciones estéticas (y dramáticas) que recuerdan en esta ocasión a películas como Los pájaros de Hitchcock o La niebla de Frank Darabont, donde la inexplicable (y metafórica) amenaza también se encontraba al otro lado del ventanal de un local, supermercado o restaurante. Por todo lo referido resulta incomprensible la fría acogida que el film ha tenido en su paso por el Festival de Berlín, mientras la crítica española tampoco se ha deshecho en elogios tras su paso por la inauguración del Festival de Málaga. Ya se sabe que aquí cualquier porquería que llegue del otro lado del charco recibe más apoyos que el cine realizado en nuestro país con más esfuerzo y creatividad.
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