miércoles, 20 de febrero de 2019

NURIA RIAL, UNA VOZ RUTILANTE Y CELESTIAL

Temporada 2018/2019 de la Orquesta Barroca de Sevilla. Nuria Rial, soprano. Josep Domènech, oboe. Stefano Barneschi, director-concertino. Programa: Concierto para oboe d’amore BWV 1055r, Aria de la Cantata BWV 198 y Cantata BWV 202, de Bach; Arias de Emma und Eginhard y Germanicus, de Telemann; Suite nº 1 de Johann Bernhard Bach. Teatro de la Maestranza, martes 19 de febrero de 2019

Nada suena mejor que cuando lo hace en el Maestranza. Su milagrosa caja acústica hace que la música brille más y mejor, y de eso se benefician conjuntos como la espléndida Barroca de Sevilla que anoche revalidó su presencia allí, envolviendo con su magisterio y excelencia la rutilante voz de Nuria Rial, una de las sopranos rendidas al rigor historicista que más y con mayor justicia ha triunfado en los últimos años en el escenario nacional e internacional. Junto a ella brillaron también el violín de Stefano Barneschi, que ejerció también como director, siempre ligado a su decisivo paso por Il Giardino Armonico, y el oboe de Josep Domènech, de nuevo arropado por el conjunto hispalense.

El Concierto nº 4 para teclado de Bach, reconstruido para oboe d’amore, sirvió para arrancar la velada, con un Domènech rendido a su pulcra caligrafía, logrando tal ligereza y transparencia que parecía una pluma de cristal flotando sobre el conjunto, muy en sintonía. Las agilidades de los allegros extremos se conjugaron a la perfección con la delicadeza del larghetto, enriquecido con amplias y muy melódicas frases que el oboísta desgranó con un control absoluto de la respiración y un gusto exquisito por el fraseo y la ornamentación. Por su parte, Barneschi evidenció cierta rusticidad, traducida en un sonido áspero y seco, en sus primeras intervenciones como solista, incluida la Obertura de la Suite nº 1 de Johann Bernhard Bach, primo de Johann Sebastian y compañero de Telemann, cerrando así el círculo de compositores invocados en los atriles. Pero a partir del exquisito Air su sonido se volvió más dulce y envolvente, logrando intervenciones tan rutilantes como la voz de Nuria Rial a la que acompañó en diversos pasajes de la Cantata BWV 202 de Bach.

La soprano catalana imprimió de ternura y compasión sus arias de Telemann, que ella misma ha recuperado en su grabación con la Orquesta de Cámara de Basilea, muy especialmente Komm o Schlaf de Germanicus, donde se evidenció una facilidad extraordinaria para recorrer diversos registros y proyectar la voz con absoluta naturalidad y generosa potencia. Su timbre dulce, controlado y esmaltado logró embelesarnos en páginas como el aria Verstumnt, ihr holden Saiten de la Cantata bachiana BWV 198, y sobre todo en una exuberante BWV 202, cantata nupcial en la que estuvo acompañada por el tutti orquestal en sus pasajes extremos, y por un continuo excepcional (Ruiz, Múlder, Rico y Casal) en el resto, además de la impagable, ágil y equilibrada intervención de Domènech. El único pero que ponemos es que se trató una vez más de un concierto demasiado vaporoso, echándose de menos una pizca de empuje, rabia y fogosidad, claro que el programa elegido no daba para muchos aspavientos. Eso sí, lo que hubo fue incontestablemente hermoso.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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