USA 2024 138 min.
Guion y dirección Francis Ford Coppola Fotografía Mihai Malaimare jr. Música Osvaldo Golijov Intérpretes Adam Driver, Giancarlo Esposito, Nathalie Emmanuel, Aubrey Plaza, Shia LaBeouf, Jon Voight, Laurence Fishburne, Dustin Hoffman, Talia Shire, Jason Schwartzman, Kathryn Hunter, Grace VanderWaal, Chloe Finneman, James Remar, D.B. Sweeney Estreno en el Festival de Cannes 16 mayo 2024; en Estados Unidos y España 27 septiembre 2024
Hace tiempo que la última película de Coppola, considerada su testamento cinematográfico, dejó de provocar expectación, desde que se estrenó en Cannes y rápidamente fue defenestrada por la crítica. Llega ahora con todo ese aluvión de nefastas crónicas que la han convertido en un fracaso antes de llegar al gran público, y eso a pesar de haberse estrenado en gran número de salas. Coppola sabe de sobra lo que es un gran fracaso. Recuperarse de Corazonada le llevó un par de décadas y asumir una serie de proyectos tan poco personales como Peggy Sue se casó, Jack o Legítima defensa, quizás su última película estimable hasta la fecha. Entre esta adaptación de John Grisham a la que ahora nos ocupa, Coppola apenas dirigió tres largometrajes, el último, Twixt, hace más de una década. Pero a diferencia de Corazonada, que contó con el favor unánime de la crítica y solo fracasó en taquilla, y a falta de ver qué ocurre con ésta entre el público, Megalópolis nos llega ya como un rotundo fracaso y un descomunal disparate perpetrado por el idolatrado responsable de El padrino y Apocalipsis Now, quién sabe si títulos sobrevalorados, el tiempo lo dirá, aunque ya lleva mucho corroborándolo. Ese mismo tiempo determinará si esta innegable obra compleja y elaboradísima, alcanzará también algún día el olimpo de las obras maestras, aunque mucho nos tememos no será así.
Dicen que Coppola empezó a erigir este mega proyecto inmediatamente después de rodar Corazonada, aunque nosotros preferimos el título original, One from the Heart. Pero con la ruina absoluta de su empresa productora, Zoetrope, tuvo que apearse del proyecto hasta que unos años después comenzó a rodarla con intérpretes distintos de los que ahora aparecen en pantalla. Hasta treinta horas llegó a rodar para finalmente tener que abandonar el sueño y el metraje. Un sueño ahora recuperado y hecho realidad con esta mastodóntica película en la que cobran mucha relevancia los mismos logros digitales que ensayó con el musical del 82, aunque ahora han quedado manifiestamente anticuados e incluso parcialmente obsoletos, de forma que apunta a un largo videoclip añejo mezclado con película de súper héroes de bajo presupuesto, y a pesar de ello luce relativamente grandiosa en pantalla. No cabe duda de que en su película Coppola plasma la sempiterna lucha entre progreso y conservadurismo, también trasladable al mundo de la creación artística, como bien se han hecho eco a lo largo de la historia del cine multitud de títulos de referencia. Pero hay también mucho de profético declive del imperio estadounidense, comparándolo con la Antigua Roma, y más expresamente con esa República en la que destacaron César, Craso, Catilina y otros cuyos nombres sirven para identificar los personajes de esta crónica distópica de la actualidad, la eterna amenaza del fascismo y la utópica lucha por construir un mundo mejor, todo ello ambientado en un Nueva York rebautizado como aquella antigua pastelería sevillana, Nova Roma.
Por el camino parece que Coppola quisiera emular a Sorrentino, y a su vez a su mentor Fellini, para una vez recreadas bacanales, circos y ceremonias, centrarse en aquello por lo que hace tiempo fue destacado cineasta, las intrigas, traiciones y disputas familiares de El padrino. Pero nada de todo esto consigue traspasar la pantalla y llegar a interesarnos lo suficiente, y vaya si el director y su numeroso equipo se empeñan en ello, con un diseño de producción fastuoso a pesar del abuso del croma y otros efectos deliberadamente digitales, así como un elenco artístico de primer orden aunque muchos de sus intérpretes apenas tengan relevancia en la trama general. Un argumento que protagoniza Adam Driver, un joven romántico, idealista y emprendedor, creativo y revolucionario, a su vez arrogante y engreído, a quien se opondrá en todos los ámbitos, sentimentales, políticos y profesionales, el poder dominante de un alcalde al que da vida Giancarlo Esposito, pero que contará con la complicidad de una influencer interpretada por Nathalie Emmanuel y de un anciano y poderoso empresario al que presta su imagen un deteriorado Jon Voight, y la envidia y persecución de un pariente aficionado al travestismo, un trabajo sobreactuado de Shia LaBeouf. Todo con cierta tendencia a combinar nuevos lenguajes y texturas con otros recursos más anticuados, como la estimulante banda sonora de Osvaldo Golijov, colaborador habitual de Coppola en sus últimos trabajos.
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