viernes, 4 de septiembre de 2015

ERIKA ESCRIBÁ-ASTABURUAGA Y FERNANDO ESPÍ: UN RECITAL FRÍO Y DESANGELADO

XVI Noches en los Jardines del Alcázar. Erika Escribá-Astaburuaga, soprano. Fernando Espí, guitarra. Programa: Obras y canciones de Martín y Soler, Granados, Malats, Giuliani, Sor, Tárrega, Ravel, Chaminade, Hahn, Donizetti y Rossini. Jardines del Real Alcázar, jueves 3 de septiembre de 2015

La soprano Erika Escribá-Astaburuaga y el guitarrista José Luis Ruiz del Puerto llevan años rescatando del olvido canciones del repertorio clásico y romántico español, francés e italiano. Descolgado de la programación de las Noches del Alcázar, del Puerto tuvo que ser sustituido en este recital por Fernando Espí, lo que motivó algunos cambios en el programa originalmente planteado. Desaparecieron las piezas de la compositora alemana Sidney Pratten para ser sustituidas por otras de Granados y Malats, más afines a la estética y habilidades del guitarrista, cayendo también de cartel Fauré y ampliándose la oferta de Martín y Soler.
 
Fue precisamente con este paisano suyo con quien se inició un recital convincente en el apartado técnico pero no tanto en el expresivo, y no porque Escribá-Astarburuaga no pusiera empeño en ello. Las cinco Cancioncillas italianas dedicadas a las damas sonaron dulces, delicadas y bien fraseadas, pero con ellas la soprano comenzó a exhibir dificultad para controlar el fiato y una vocalización poco clara. No obstante logró mantener en todo momento una potente proyección y un timbre sedoso y muy agradable, adaptándose al estilo y registro de las diferentes propuestas, como quedó claro en el bloque de canciones francesas impresionistas.
 
Fernando Espí es sin duda un excelente guitarrista, y lo evidenció alcanzando una sensacional técnica en la Andaluza de Granados, la Serenata de Malats y sobre todo la Gran Jota de Tárrega en la que tuvo que demostrar también sus dotes para la percusión. Sus diálogos con la soprano resultaron sin embargo fríos y desangelados, en el marco de un concierto especialmente dilatado, pasándose del estricto horario impuesto por los responsables del Alcázar, y eso que faltaron las habituales introducciones que tanto contribuyen a sintonizar con el público.
 
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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