USA 2019 135 min.
Dirección Ben Safdie y Joshua Safdie Guion Ronald Bronstein, Ben Safdie y Joshua Safdie Fotografía Darius Khondji Música Daniel Lopatin Intérpretes Adam Sandler, Kevin Garnett, Julia Fox, Idina Menzel, LaKeith Stanfield, Eric Bogosian, Judd Hirsch, The Weeknd, Sean Ringgold, Sahar Bibiyan, Keith Williams Richards, Tommy Kominik y las voces de Tilda Swinton y Natasha Lyonne Estreno en el Festival de Toronto 9 septiembre 2019; en Estados Unidos 25 diciembre 2019; en Internet 31 enero 2020
Como si de un reclinatorio ante un sacerdote católico se tratara, he de confesar dos cosas en relación a esta excepcional película. La primera es que no tenía ni idea de quiénes eran los hermanos Safdie, ni he seguido su trayectoria independiente integrada por títulos de culto como Lenny Cooke, Heaven Knows What y Good Time. Y la segunda es que la crítica de un compañero en un periódico local fue lo que generó en mí el interés por verla, hecho lo cual no me queda más remedio que rendirme a sus indiscutibles méritos. Y eso que partimos de un tipo de cine que no acaba de convencerme, y que ha generado los mayores logros y señas de identidad de tipos como Scorsese, no en vano uno de sus múltiples productores, al igual que Scott Rudin, un todoterreno que ha confiado en todo tipo de géneros casi siempre con buen olfato.
Enmarcado entre dos viajes cósmicos, uno a través del cuerpo y el otro del universo humano, acompañados de una enigmática música electrónica y tan vintage que recuerda al más estridente Vangelis, asistimos a la vida sin pausa ni freno de un empresario judío que trapichea con joyas de altísimo nivel y se rodea de clientes del más alto standing, entre quienes se encuentran Kevin Garnett, jugador del equipo de baloncesto Boston Celtics, que se interpreta a sí mismo provocando la extenuante trama del film. Su protagonista, un Adam Sandler sorprendente, sin duda convenientemente exagerado y muy alejado de esos personajes de mirada estupefacta a los que nos tiene acostumbrados, vive una auténtica bajada a los infiernos entre deudas y negocios en potencia, mientras sufre buscando el equilibrio perfecto entre su familia, con una espléndida Idina Menzel (la voz de Elsa en Frozen) como esposa, y su amante, el sensacional debut de Julia Fox.
Cuesta trabajo entrar en esta vorágine de ritmo frenético y lenguas afiladas, pero una vez sumergidos en su desenfrenado universo no resulta difícil dejarse seducir por él y zambullirse en su taquicárdica propuesta, una montaña rusa de alto voltaje que demuestra que no todo está dicho ni siquiera en géneros tan transitados como éste de mafias neoyorquinas. Supone además un retrato exhaustivo y comprometido de la tradición hebrea del negocio y el culto al dinero, incuso en un ambiente tan al límite de la legalidad como éste en el que se desarrolla su incómodo y delirante argumento. Entre los secundarios de lujo que adornan su reparto cabe destacar la voz de Tilda Swinton como directora de una elegante casa de subastas neoyorquina. Estrenado tan en la frontera entre años, es una demostración más de la poca fiabilidad que tienen los premios, en este caso unos Oscar que no la han tenido en cuenta entre tanta mediocridad nominada.
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