Musical El Guardaespaldas. Federico Bellones, dirección. Silvia Montesinos, adaptación. Julio Awad, dirección musical. Bill Goodson, coreografía. Gabriel Moreschi, escenografía. Marco Biesta y Marica D’Angelo, vestuario. Valerio Tiberí, iluminación. Armando Vertullo, sonido. Con Octavi Pujades, Chanel Terrero, Sonia Egea, J.M. Kimbo, Sergi Albert, Alberto Cañas, José M. Ygarza, Pablo Ceresuela, Héctor Jiménez. Una producción de Letsgo. Auditorio Fibes, miércoles 19 de febrero de 2020
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La imagen más icónica de la película y el musical |
Lo habitual es que un musical se adapte al cine, no al revés. Sin embargo no son pocos los títulos de películas de éxito que se convirtieron en teatro musical, como ocurrió con Gigi de Loewe y Lerner o ¿Víctor o Victoria? de Henry Mancini. Hay incluso películas no musicales que pasaron al escenario de Broadway convertidas en musicales, algunos tan recientes como Los productores y El jovencito Frankenstein, ambas de Mel Brooks, Ghost, convertido ahora en musical de la mano del ex Eurythmics Dave Stewart, o La familia Addams, con el más experimentado Marc Shaiman a la partitura. De esto saben mucho los productores de Letsgo, una compañía afincada en la Gran Vía madrileña que se ha encargado en nuestro país de la adaptación de los títulos referidos, así como del exitoso cabaret The Hole y sus respectivas giras. El guardaespaldas se estrenó en nuestro país en 2017 de la mano de Stage Entertainment, cinco años después de su puesta de largo en el West End londinense. Ni aquí ni allí supuso un gran éxito, a pesar de lo cual Letsgo ha confiado en su comercialidad y tras adquirir los derechos se ha encargado de la gira correspondiente, variando solo sutilmente la propuesta original.
El guardaespaldas es lo que se denomina un musical jukebox, es decir una sucesión de éxitos de un o una artista en particular, con una dramatización que sirve de nexo entre canciones, que habitualmente consiste en la biografía del o la homenajeada, al estilo de Tina Turner o Donna Summer, que también cuentan con su musical, o como hemos visto en el cine con Queen en Bohemian Rhapsody o Elton John con Rocketman. Last Christmas a propósito de George Michael, Blinded by the Light respecto a Bruce Springsteen, Mamma Mia en relación a Abba, o Yesterday a The Beatles, estarían más cerca del concepto de El guardaespaldas. En este caso se trata de una de las películas más taquilleras de principios de los noventa del pasado siglo, con guion de Lawrence Kasdan, colaborador en la forja de dos leyendas, Star Wars e Indiana Jones, y director de películas tan valiosas como Fuego en el cuerpo o El turista accidental. En esta ocasión realizó un trabajo más rutinario y coyuntural, destinado a lanzar a la estrella del pop y aprovechar su carisma mediático, que junto al tirón de Kevin Costner en el mejor momento de su carrera, justo después de Bailando con lobos y JFK, hicieron las delicias de millones de espectadores en todo el mundo.
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Los tres protagonistas de la obra |
Su adaptación al teatro musical, de la mano del ganador del Oscar por Birdman, Alexander Dinelaris, se limita a trasladar cada uno de los episodios que se suceden en la película, sin que se atisbe un trabajo convincente de traslación a otro lenguaje, el teatral, con unos códigos y limitaciones muy distintas del cinematográfico. De esa manera nos encontramos con una narrativa que se apoya más en la convención que en la convicción, donde los hechos ocurren sin apenas emoción y de forma harto forzada. Su adaptadora española, Silvia Montesinos, podría haber pulido más estas deficiencias y logrado un trabajo más preciso a la hora de proponer una narrativa fluida y convincente. No ha sido así y el espectáculo acaba confiando todo su potencial a las canciones que encumbraron la carrera de una voz inimitable como fue la de Whitney Houston. La propuesta es por lo tanto un repaso a su discografía, cantada en un impecable inglés pero sin subtítulos, tan convenientes cuando los temas están insertados, en su mayoría de forma significativa, en la trama. Este recorrido no se frena en la banda sonora de la película, sino que incluye también otros éxitos como Greatest Love of All, Saving All My Love for You, How Will I Know o ese I Wanna Dance With Somebody que cierra el espectáculo a modo de traca final.
Decía Octavi Pujades, un rostro habitual en series televisivas, que interpreta a Frank Farmer, el guardaespaldas del título, a propósito de su actuación en Zaragoza en un auditorio para unas setecientas personas, que ante tanto público perdía el contacto directo con el mismo. No queremos ni imaginar lo que le habrá parecido actuar en un auditorio con capacidad para casi cuatro mil personas, con una considerable ocupación, y es que seguimos denunciando que no es Fibes lugar apropiado para un musical, que no deja de ser teatro y necesita de cierta complicidad con el público. En un espacio tan desmedido se acaba imponiendo la frialdad. Tanto en Valencia como en Málaga o Córdoba, donde se ha representado antes que aquí, lo ha hecho en teatros convencionales, pero en Sevilla los perdimos todos, salvo el Lope de Vega, que recibe otro tipo de propuestas escénicas. Sin Palacio Central, ni Coliseo, Álvarez Quintero (reconvertido en Espacio Turina), Imperial, Llorens, ni siquiera el Quintero del antiguo Cine Pathé, no queda en Sevilla ningún espacio ideal para musicales o teatro de mera expansión. Todos son centros especializados, como el Central o el Maestranza, o auditorios mastodónticos como Fibes o la Cartuja. De ahí cierta falta de sintonía entre público y escena, acrecentado con los evidentes defectos de la propuesta, desde esa narrativa errática apuntada al uso aséptico de orquesta y coros enlatados, lo que dio al conjunto cierta sensación de Operación Triunfo, con la voz a menudo desentonada, especialmente en un imposible So Emotional, y con evidentes dificultades para llegar a notas altas y sostenidas de la protagonista, Chanel Terrero, mientras quien interpretó a su hermana, Sonia Egea, logró resultados mucho más estimulantes.
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Octavi Pujades canta I Will Always Love You en un karaoke |
Teniendo en cuenta que los roles principales tienen intérpretes alternativos, hubiera sido un detalle que anunciaran por megafonía quiénes son en cada función. Tampoco acertó la comicidad de Sergi Albert o Alberto Cañas ni inspiró peligro el mazado acosador, Jose Ygarza. Ni siquiera la convencional coreografía, defendida de forma poco motivada, estuvo a la altura de lo que se espera en un buen musical. Lo mejor su escueta y minimalista escenografía, resuelta a base de pequeños sets que en cierto momento sirven para recrear de forma muy acertada los recuerdos de Rachel, la protagonista, aunque se echó en falta algún número espectacular que derrochara imaginación en decorados e iluminación. No hubo nada de eso, sino una sucesión de canciones de una estrella inmortal, reclamo para incondicionales de la diva, y algún acierto aislado como hacer cantar I Will Always Love You a Octavi Pujades en un karaoke, dejando claro que se trata de un clásico de los setenta, aunque no mencionara a su artífice, Dolly Parton. Escuchar las canciones de Whitney y rememorar la película puede ser suficiente motivación para que curiosos, nostálgicos e incondicionales se acerquen a Fibes los próximos días, hasta el próximo domingo.
Artículo publicado en
El Correo de Andalucía
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