USA 2020 108 min.
Dirección Chris Sanders Guion Michael Green, según la novela de Jack London Fotografía Janusz Kaminski Música John Powell Intérpretes Harrison Ford, Omar Sy, Cara Gee, Dan Stevens, Bradley Whitford, Karen Gillan, Colin Woodell, Jean Louisa Kelly, Michael Horse Estreno en Estados Unidos y España 21 febrero 2020
De entre las muchas novelas de Jack London que han sido llevadas a la gran o pequeña pantalla, entre ellas Lobo de mar y muy recientemente Martin Eden, Colmillo blanco y La llamada de lo salvaje son las que han conocido más adaptaciones. En ambos casos el protagonista ha sido un perro, y en todas esas ocasiones fue interpretado por un animal adiestrado. La mirada de Buck, como la de Lassie, Rex, Hachiko o Rin Tin Tin, por citar algunos de los canes más famosos del cine o la televisión, cobraba una emoción y una ternura, convenientemente pasada por la mesa de montaje, que un personaje generado por ordenador aun no es capaz de adoptar, y no porque los artistas animadores no se afanen, y hasta lo consiguen cuando se trata de una cinta de animación convencional en la que aceptamos sus reglas particulares, sino porque el personaje queda atrapado en lo artificial sin lograr de momento trascender la fascinación de lo real. Es lo que le ocurre a Buck en esta película en la que solo el trabajo tras la cámara del gran Janusz Kaminski, responsable del impecable acabado formal de muchos de los grandes títulos de Spielberg, deja alguna esperanza de que no todo lo que vemos y disfrutamos en la pantalla, salvo los personajes de carne y hueso, sea producto de la informática, y que sean reales al menos algunos de los espléndidos paisajes nevados y montañosos que nos regala esta película realizada con los más avanzados recursos técnicos y estéticos imaginables hoy en día.
Lo cierto es que bien sea para evitar el duro entrenamiento al que estos perros han de ser sometidos para llegar a transmitir en pantalla el dinamismo y ternura deseados, o para conseguir un mayor número de registros expresivos, en este caso tan exagerados que a menudo humanizan al personaje y lo hacen inverosímil, ya pueden ir firmando la carta del paro los canes que pretendieran saltar al estrellato de aquí en adelante. Esta nueva adaptación del clásico de London redunda en lo que han hecho sus predecesoras, desde la entrañable La llamada de la selva de William A. Wellman hasta la versión televisiva que protagonizó Rutger Hauer en 1997, que es rebajar los aspectos más duros de la novela, dulcificar el conjunto y convertirlo en un producto edificante, moralizante y ejemplar para toda la familia. Y si bien la versión en la que Clark Gable interpretaba al aventurero John Thornton se tomaba tantas licencias que prácticamente dejaba el original irreconocible, pero lograba transmitir ese espíritu de aventura y camaradería, a pesar de dejar al perro en un segundo pero entrañable plano, la versión de Chris Sanders, curtido en la animación con cintas como Lilo & Stitch, Cómo entrenar a tu dragón y Los Croods, aligera también considerablemente la crudeza del original y tampoco es fiel completamente al argumento de la novela, cambiando el sexo de algún personaje, evitando algunos capítulos cruciales y convirtiendo a Thornton en uno de esos personajes atormentados por una tragedia familiar que tanto abundan en el cine americano actual.
El conjunto, sea por su espléndido acabado formal, la siempre estimulante y a ratos emocionante presencia de Harrison Ford, o por ese mensaje de retorno a la esencia y la naturaleza más salvaje, ocupando el lugar que realmente nos corresponde y no el que nos ha venido impuesto, el film se disfruta con interés y comprensión. Lástima que haya quedado reducido a un cuento infantil privado una vez más de todo ese componente salvaje, duro y primitivo que daba mayor razón de ser a la intención original de su afamado autor, y primando esa peligrosa obsesión
por el liderazgo que se sigue inculcando a las nuevas generaciones..
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