Dirección Brian de Palma Guion Petter Skavlan Fotografía José Luis Alcaine Música Pino Donaggio Intérpretes Nikolaj Coster-Waldau, Carice van Houten, Guy Pearce, Eriq Ebouaney, Søren Malling, Paprika Steen, Thomas W. Gabrielsson, Mohammed Azaay, Younes Bachir Estreno en Estados Unidos en internet 31 mayo 2019; en España (solo Madrid, Barcelona y Valencia) 21 febrero 2020
Resulta sorprendente que el último film de una leyenda como Brian de Palma haya conocido una distribución tan escuálida en el mundo entero, editándose directamente en DVD en muchos de los países donde se ha podido ver desde primavera del año pasado. En España llega ahora y solo en las tres capitales principales, increíble para una vez que el mítico director rueda en nuestro país, en Almería y alrededores para más señas. Puede que hayan contribuido las mayoritariamente pésimas críticas recibidas hasta el momento, algo también sorprendente teniendo en cuenta la cantidad de bodrios que llegan a nuestra cartelera semanalmente, lo que convierte a ésta en al menos una propuesta estimulante.
Domino no pasará a la historia, no es más que un mero entretenimiento, pero tiene todo el encanto que ha sabido siempre impregnar de Palma a su cine, lo que en el caso de una película centrada en el terrorismo islámico no parece sino paradójico. Pero así es, De Palma sigue a su edad y tras cincuenta años de carrera empeñado en imitar las hechuras de su maestro Hitchcock, y no duda ni siquiera ahora en hacer referencias a clásicos como Vértigo, mil veces recreada en el imaginario del director de Hermanas, Fascinación y Vestida para matar. Su valía como realizador con talento más de artesano que de verdadero artista, la hemos comprobado en títulos como Carrie, El precio del poder, Los intocables o Misión: Imposible, sin que podamos negarle un talento especial para generar imágenes con mucha fuerza, como se aprecia también en esta ingenua y simpática película que nos lleva de Copenague a Almería pasando por Amsterdam y Bruselas, de la mano de dos investigadores tras una célula del ISIS, con implicación de la CIA y guiños tan simpáticos como el que alguien hace a las escuchas telefónicas de las fuerzas de espionaje estadounidenses.
Todo muy simple e inofensivo, encaminado a ser un mero entretenimiento, con elegancia y mucho encanto, y el tradicional despliegue de tics de su director, desde la pantalla partida, esta vez solo en el monitor de un terrorista, a la cámara lenta en los momentos álgidos de la trama,o la música idiomática de Pino Donaggio, una vez más empeñado en recordar a Bernard Herrmann, así como la fotografía de José Luis Alcaine siguiendo también las pautas que hicieron de la filmografía del maestro del suspense un prodigio de estética y fascinación visual. Y todo eso sin escatimar en ingenio para generar suspense a pesar incluso de toda la desprejuiciada ingenuidad de la propuesta.
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