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Kuljit Bhamra y Shahid Khan |
La presente edición del Festival de Música Antigua de Sevilla afronta su
tramo final, después de un muy nutrido fin de semana en el que el público sevillano, más proclive ahora a visitar iglesias y prepararse a respirar ambiente semana santero, ha podido degustar
delicatesssen como las pasiones de Gaetano Veneziano de la mano de Antonio Florio y la Cappella Napoletana, las cantigas en versión de Hana Blazíková y Barbora Kabátkova en el Alcázar, la polifonía del grupo local A5 Vocal Ensemble, los maestros de la Capilla Real de la mano de Leo Rossi y Alejandro Casal, o una nueva cita en la calle con Ministriles Hispalensis.
The Orlando Consort cerró este penúltimo fin de semana con una propuesta muy particular. Llevan más de treinta años sobre los escenarios, y de sus miembros fundadores solo quedan Angus Smith y Donald Greig, que junto a otras dos voces más jóvenes y quizás rutilantes, y un trío de música autóctona india, nos acercaron a ese hipotético mundo transoceánico en el que
los religiosos del país luso pretendían cristianizar a la población nativa a través de sus cantos, a menudo adaptando al latín y a los evangelios las melodías con las que la gente del lugar estaban más familiarizadas. De ese proceso derivó una noche protagonizada fundamentalmente por
el arte de la fusión y el exotismo que proporciona el sitar, la tabla y la voz profusamente ornamentada y sensualmente modulada del
joven Shahid Khan.
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Jonathan Mayer |
En las idas pudimos apreciar el
armonioso trabajo vocal del conjunto británico, en el que sobresale el timbre y la potencia del contratenor
Matthew Venner, lamentando por otra parte los achaques del
veterano tenor Angus Smith, y celebrando la todavía bien colocada y mejor proyectada voz del
barítono Donald Greig. Y por encima de ellos la hermosa, en estilo y elegantemente fraseada del tenor
Mark Dobell. Así afrontaron una página del renacentista portugués Pedro de Escobar y un motete del hispalense Francisco Guerrero, que alternaron con cantos e himnos indios hasta alcanzar en el ecuador la fusión que sirvió como puerta de entrada a
una segunda parte erigida sobre la pura creatividad y que llevó a desengranar partituras de los propios miembros del conjunto, sobresaliendo
la colorista percusión de Kuljit Bhamra y el relajante y exótico sonido de
un sitar que Jonathan Mayer toca como si de un apéndice se tratara. La voz de Khan se unió a las del resto sin complejos, dando la pauta perfecta a la intención de un concierto en el que estuvo muy presente la sombra de Ravi Shankar, el más conocido de los músicos indios en occidente y el que más fusionó la música de ambos hemisferios con éxito y aceptación. La última pieza sirvió para constatar
el punto de relajación al que llegó el otrora serio y casi hermético conjunto, con Khan invitándonos a corear y palmear, así como mimetizando sobre el escenario las famosas coreografías de Michael Jackson,
moonwalk incluido.
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