martes, 12 de abril de 2022

LAS NIÑAS DE CRISTAL Linares acierta con un drama de intriga y danza

España 2022 138 min.
Dirección
Jota Linares Guion Jota Linares y Jorge Naranjo Fotografía Gris Jordana Música Ivan Palomares Intérpretes María Pedraza, Paula Losada, Marta Hazas, Paula Losada, Mona Martínez, Marta Hazas, Ana Wagener, Fernando Delgado-Hierro, Olivia Baglivi, Ángel Ro, Juanjo Almeida, Iria del Río, Javier Lago, Silvia Kal Estreno en el Festival de Málaga 25 marzo 2022; en internet 8 abril 2022

Haber cambiado de colaborador en el guion parece haberle sentado bien al director gaditano Jota Linares. Su última película supera por fin la decepción que provocaron sus anteriores trabajos, Animales sin collar y ¿A quién te llevarías a una isla desierta? Aplaudimos de entrada que se haya atrevido con un género poco o nada cultivado en nuestra cinematografía, el de la danza clásica, y que lo haya resuelto con tanta elegancia y buenos recursos técnicos y artísticos, aunque su acabado definitivo nos lleve más cerca de la mini serie de televisión que del cine propiamente dicho. Quizás también por eso sea capaz de sintonizar mejor con nuestro interés, que apenas decae durante sus casi dos horas y media de duración, en las que nos sumerge en una interesante trama de suspense y sensualidad ambientada en los entresijos de una producción de la Compañía Nacional de Danza.

Giselle de Adolphe Adam, sirve de plataforma sobre la que se asiente esta crónica sobre el esfuerzo, el sacrificio y al incomprensión que sobrellevan las bailarinas de una compañía seria de baile clásico. Un ballet blanco para el que se prescinde de las coreografías tradicionales de Petipa, Perrot o Fokine para sumergirnos en un híbrido entre la danza clásica y la contemporánea que sus dos jóvenes protagonistas defienden con una extraordinaria profesionalidad. A Pedraza la descubrimos en Amar y El verano que vivimos, y ya trabajó a las órdenes de Linares en su anterior largometraje. Losada, como ella, proviene también de la danza y construye un personaje en el que la ambigüedad y los complejos definen una extravagante personalidad. Resulta inevitable recordar otros títulos señeros relacionados con el tema, como Paso decisivo o Cisne negro. De la primera destacamos el intenso duelo que emprenden Mona Martínez y Ana Wagener en el último tercio de la película, y de la segunda esa rivalidad a menudo malsana que se produce entre las bailarinas de una compañía de danza, tantas veces más en el subconsciente de los personajes que en la propia realidad. Llama también la atención que los personajes masculinos apenas tengan relieve, sino para importunar (el padre castrante, el pretendiente fanfarrón, el compañero poco fiable o el sempiterno coreógrafo), mientras todo el peso de la función recae sobre los femeninos, con un amplio abanico de estéticas y perfiles que posibilitan una al menos inquietante radiografía de un mundo que sigue siendo un gran desconocido.

Al margen de los fragmentos del título de Adam, y otras intervenciones de ballets de Minkus o Fauré, Ivan Palomares vuelve a demostrar lo buen músico que es, ilustrando este complejo universo con una hermosa y a la vez inquietante partitura, mientras los técnicos de efectos visuales se esmeran en recrear esos mundos oníricos que hacen más amable el estrés continuo al que están sometidas sus dos inseparables y aguerridas protagonistas, algo como lo que sucedía en la ya clásica Criaturas celestiales de Peter Jackson. Por todo ello, y aun teniendo en cuenta sus múltiples irregularidades, sobre todo de caídas de ritmo y tensión, celebramos este título insólito y tan bien acabado del cine español. Sorprende que a pesar de todas estas virtudes no arañara ningún premio en el reciente Festival de Málaga.

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