viernes, 4 de junio de 2021

EL AÑO DE LA FURIA Folletín en tiempos de dictadura

España-Uruguay 2020 102 min.
Guion y dirección
Rafa Russo Fotografía Daniel Aranyo Música Claudia Bandagí Intérpretes Alberto Ammann, Joaquín Furriel, Daniel Grao, Martina Gusman, Maribel Verdú, Sara Sálamo, Paula Cancio, Miguel Ángel Solá, Daniel Freire, Sebastián Iturria Estreno en el Festival de Valladolid 25 octubre 2020; en salas comerciales 28 mayo 2021

Curtido en la escritura de guiones (Lluvia en los zapatos, Aunque tú no lo sepas), con varios cortometrajes y un largometraje (Amor en defensa propia) en su haber como director, El año de la furia supone el ambicioso regreso de Rafa Russo a la dirección de largometrajes, con resultados bastante decepcionantes. Y lo son por el tratamiento narrativo, excesivamente plano y convencional, y sobre todo por el guion, lo que es más grave teniendo en cuenta que lleva más de veinte años dedicado a ello.
 
Hay aquí un sinfín de personajes conectados por el azar en una ciudad tan poblada como Montevideo y un momento tan delicado como la amenaza del totalitarismo militar a principios de los años setenta del pasado siglo, que conviven y se relacionan merced a ese fenómeno tan querido por el cine español como es la casualidad. De esta manera no hay quien se trague que en una pensión convivan guerrilleros tupamaros con humoristas comprometidos con la libertad y la anticorrupción y una prostituta que compagina este antiguo oficio con el de dependienta en una zapatería que regenta el marido del antiguo amor de uno de los intelectuales humoristas, y que acaba también por azar aliviando el dolor de conciencia del torturador de uno de los residentes en la pensión. Tela marinera para apenas dos horas de metraje rodados como si fuera un folletín de sobremesa, con imagen filtrada y azulada para emular el tono de las fotografías de la época, y música de saldo muchas veces inoportuna.
 
Se salva por su vocación de entretenimiento, su buena voluntad de denunciar la barbarie del totalitarismo y el respaldo que la administración Nixon llevó a cabo entonces en dictaduras en ciernes como las de Uruguay, Argentina y Chile, una forma de colonialismo económico que sigue ejerciendo ahora con otros enemigos que suplantan al fenecido comunismo. Pero no hay aquí profundidad de análisis o reflexión como sí pudimos encontrar en No de Pablo Larraín, o ni siquiera en La noche de 12 años de Álvaro Brechner. El reparto funciona bien, y su entramado de pasiones frustradas entretiene aunque ni conmueve ni apenas logra interesar, todo lo cual converge en un producto tan inútil como malogrado.

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