Guion y dirección Juan Antonio Moreno Amador Fotografía Alberto González Casal Música Jorge Magaz Documental Estreno en salas 18 junio 2021
Hace unos años Juan Antonio Moreno Amador presentaba junto a Silvia Venegas el documental Boxing for Freedom (Boxeo para la libertad), sobre una joven campeona de boxeo en Afganistán que lucha por su libertad como mujer y ser humano. Se ve que al director extremeño le preocupan especialmente las causas humanitarias y fija ahora su atención en un centro de refugiados sevillano, ubicado en un antiguo prostíbulo del barrio periférico de Torreblanca. Pero por una vez el título de la película acierta más que lo que esperábamos de ella, y es que efectivamente se trata de entrar y conocer esa España universal y tópica a la que se accede a través del andalucismo.
Moreno Amador pierde la oportunidad de analizar las entrañas de un centro adscrito al CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado), introducirnos en los dramas de aquellos y aquellas a quienes acogen, el procedimiento al que se someten, su integración en una sociedad nueva y en la mayoría de las ocasiones muy ajena a sus propias culturas, y finalmente el proceso para encontrarles una vivienda y un trabajo, una vida digna afín a la Declaración Universal de Derechos Humanos, otra carta a la que apelamos cuando nos interesa pero que difícilmente encuentra una plasmación completa y real en las políticas de los países que han de velar por su cumplimiento. Una familia numerosa de Libia, otra de Yemen, un par de refugiados políticos de Venezuela, un joven homosexual de Marruecos… son algunos y algunas de las personas observadas sin duda con cariño y respeto por el ojo del director, pero aparecen diluidos en un conjunto que más bien parece una postal de Sevilla, la ciudad más bonita del mundo, y sus innumerables festejos, el fútbol, las exhibiciones militares, una Semana Santa o una Feria de Abril por la que los protagonistas deambulan desnortados y perplejos.
Hubiera sido más interesante pararse a reflexionar de manera incisiva y analítica sobre las vidas de estos y estas desheredadas, en lugar de insistir en la belleza fotográfica de la ciudad y el paso entre turistas y marginados de los protagonistas por sus calles. El trabajo de los técnicos y técnicas del CEAR, más allá del de la voluntariosa profesora de primaria, los problemas políticos, administrativos y judiciales a los que se enfrentan las personas refugiadas, y la consecución o no de los fines propuestos, habrían dado como resultado un trabajo más apasionante, que en el apartado visual se revela también muy primitivo. No obstante nos alegramos que existan ejercicios así, que al menos visibilicen sectores de la sociedad que a menudo nos resultan incómodos e inconvenientes.
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