jueves, 10 de junio de 2021

EL TRIÁNGULO ITALIANO SEGÚN LA OBS

Temporada de conciertos 2020-2021 de la Orquesta Barroca de Sevilla. Jone Martínez, soprano. Enrico Onofri, director. Programa: Sinfonía de “Lo frate ‘nnamurato” y “Splenda per voi sereno de “Adriano in Siria, de Pergolesi; Ego dormivi, de Iribarren; Concierto en Re mayor para cuatro violines, de Leo; Sinfonía en Sol mayor para cuerdas, de Sammartini; Laudate pueri Dominum RV 600, de Vivaldi. Espacio Turina, miércoles 9 de junio de 2021


Con la siempre oportuna y sentimental introducción de Ventura Rico, la Barroca de Sevilla aprovechó este último concierto de la presente y accidentada temporada para celebrar lo que el año pasado por estas fechas no se pudo, el veinticinco aniversario de la formación hispalense. Y la ocasión no pudo ser más propicia, con Enrico Onofri de nuevo a las riendas, demostrando la enorme compenetración que existe entre él y la orquesta y la paulatina suavización de maneras que ha llevado a cabo a lo largo de estos numerosos años de mutua colaboración. En los atriles un elocuente paseo por las tendencias del último Barroco en la península itálica, con paradas en sus tres ejes principales, Nápoles, Venecia y Milán. Y si todo esto fuera poco, el debut con la formación de la joven soprano vasca Jone Martínez añadió más atractivo a un concierto que coincide con la reciente publicación del último registro discográfico de la formación, Contrafacta, del que la actuación se hizo también eco en forma de un breve motete de Iribarren. El disco fue grabado hace ya cuatro años con motivo del concierto celebrado a instancias del Proyecto Atalaya de las universidades andaluzas, y recoge la versión custodiada en la Catedral de Málaga del Stabat Mater de Pergolesi junto a varias piezas contrafacta del entonces maestro de capilla, el también vasco Juan Francés de Iribarren.

Estructurado en dos bloques, con Vivaldi como protagonista absoluto del segundo, el primero se abrió y cerró con dos concepciones completamente distintas de la sinfonía, la primera, firmada por Pergolesi, adaptada a su función de obertura operística, en este caso la comedia Lo frate ‘nnamurato, destacando un allegro spiritoso inicial de texturas densas y líneas claras y ágiles dentro de un concepto general muy dinámico. La segunda evidenciando el papel reformador, insuficientemente reconocido, del milanés Giovanni Battista Sammartini en la sinfonía, del que fue maestro absoluto con casi ochenta piezas compuestas, y que acercó el género al estilo que poco más tarde adoptarían Mozart o Haydn. De su Sinfonía en Sol mayor destacamos la interpretación depurada y enérgica que Onofri y el conjunto de cuerda ofrecieron del allegro assai y la delicadeza exhibida en el minueto final. Pero fue quizás el Concierto para cuatro violines de Leonardo Leo, una combinación habitual en la época pero abandonada en la posteridad, el que suscitó más entusiasmo entre el público y el propio conjunto, con aportaciones excelentes de Onofri, Rossi, Romero y Sánchez, prodigiosos en el diálogo y la compenetración, y un movimiento, la fuga intermedia, de una viveza y un colorido extraordinarios que la orquesta llevó a sus últimas consecuencias.

Enrico Onofri y Leo Rossi
También la aportación de la jovencísima soprano Jone Martínez encandiló por su candidez y fuerza expresiva, y eso que su arranque con el motete de Iribarren Ego dormivi, basado en el Vidit suum del Stabat Mater de Pergolesi, resultó algo monocorde y desinflado. Nada que su siguiente intervención no remediara, con un aria de otra de las pocas óperas del compositor de la escuela napolitana, Adriano in Siria, en la que Martínez pudo lucir agilidades y hábil empleo de la coloratura en su voz carnosa e intensa, a pesar de ciertos bruscos cambios de color que empañaron de forma no alarmante el impecable acabado de la pieza. No cabe duda de que en el primero de los Laudate pueri que compuso Vivaldi, Martínez lo dio todo, dejando claro que podría convertirse en breve en cantante de referencia en el repertorio. De la furia controlada del aria inicial a la delicadeza de Gloria Patri en bellísimo diálogo con el violín de Onofri, pasó por un Sit nomen Domini cantado con sensibilidad extrema y madurez expresiva, o un Excelsus super omnes gentes conmovedor con acompañamiento magistral de Mercedes Ruiz al violonchelo.

Cabe destacar una vez más el sensacional trabajo del bajo continuo de la formación, dando cuerpo al conjunto con aportaciones impagables de Alejandro Casal al clave y el órgano, Aldo Mata doblando a Ruiz, Rico al bajo y un casi perceptible y sin embargo imprescindible Juan Carlos de Múlder a la cuerda pulsada. Todo ello con el acierto de proyectar impecablemente los títulos de las piezas y los textos de las cantadas, una cortesía de la Asociación de Amigos de la Barroca que merece todo nuestro aplauso. En las propinas Martínez volvió a dejar clara su habilidad y virtuosismo en las agilidades y la coloratura con un In furore iustissimae vivaldiano de los que prenden mecha.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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