Finlandia 2018 118 min.
Dirección Paavo Westerberg Guion Emmi Pesonen y Paavo Westerberg Fotografía Mark Wieser Intérpretes Matleena Kuusniemi, Olavi Uusivirta, Kim Bodnia, Samuli Edelmann, Misa Lommi, Pyry Nikkilä Estreno en Finlandia 5 enero 2018; en España 11 junio 2021
Apuesta sólida y sumamente atractiva del cine finlandés de hace unos años que incomprensiblemente no ha acaparado atención en certámenes ni galardones diversos, y apenas se ha estrenado en algunos países, con un retraso en nuestro caso considerable, a pesar de sus evidentes méritos. Esta mezcla de oscuro drama pasional y romántico y rendición amorosa a la música y la excelencia recuerda por un lado a aquel título de Haneke en el que una profesora de piano mantenía una tortuosa relación con un alumno, pero se aleja considerablemente de ella en cuanto apreciamos que guarda un parecido más razonable con aquellas películas que hablan del arte, los sacrificios que hay que afrontar para alcanzar la excelencia y la adicción que todo esto provoca.
Cuando un accidente le hace perder la sensibilidad en las manos, una virtuosa violinista se recicla como profesora, pero intenta superar su frustración a través de un posible sucesor en forma de joven amante. La cinta se adhiere así a esos títulos que encuentran en la superación de una compleja partitura su leit motiv, como El último concierto (2011) de Yaron Zilberman, en el que un famoso conjunto de cuerda afronta el Cuarteto nº 14 Op. 131 de Beethoven, o Shine (1996) la galardonada película de Scott Hicks en la que Geoffrey Rush daba vida al pianista David Helfgott, cuya carrera fue presuntamente abortada por su esquizofrenia, mientras el film se centraba en su afán de dominar el Concierto nº 3 de Rachmaninov. También en otros géneros musicales se ha tratado con mucha fortuna este apasionante tema, como es el caso de Whiplash (2014) de Damien Chazelle en el terreno jazzístico. La novedad en el film del debutante Paavo Westerberg es que el precio a pagar no es solo la renuncia sino la mercaduría sexual, algo de lo que en los últimos años se ha hablado mucho y ha generado encendidos debates. Una manera trapera e inmoral de alcanzar objetivos que en la cinta de Westerberg se convierte en perversidad al estilo del referido Haneke.
Con todo, lo mejor del film es que nos abre una ventana a esos ambientes académicos musicales finlandeses que tanto están haciendo por progresar en la educación de los jóvenes, así como esa pasión por la música clásica que se representa de manera muy gráfica en el Concierto para violín de Mendelssohn, todo ello amenizado con una puesta en escena sobria y elegante y un trabajo del sonido excepcional, así como el efectivo trabajo interpretativo de su elenco, especialmente la desorientada y a la vez maquinadora protagonista. Lástima que la banda sonora recurra en un par de ocasiones para transmitir melancolía al trillado tema de Max Richter On the Nature of Daylight, lo que vulgariza la propuesta.
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