lunes, 28 de junio de 2021

SUK SUK Una poética reflexión sobre el amor homosexual maduro

Hong-Kong 2019 91 min.
Guion y dirección
Ray Yeung Fotografía Leung Ming-Kai Música Veronica Lee Intérpretes Tai Bo, Ben Yuen, Patra Au, Lo Chin Yip, Kong To, Lam Yiu-Sing, Hiu Yee Wong, Lau Ting Kwan, Chu Wai-Keung Estreno en el Festival de Berlín 26 febrero 2020; en Hong Kong 12 mayo 2020; en España (solo Madrid) 25 junio 2021


Ya es difícil hacer visible cualquier tipo de relación que no esté admitida de forma oficial o convencional, sobre todo en países donde la homofobia sigue muy vigente y sus ordenamientos hacen poco o nada por evitarlo. Aún más si cabe lo es plasmar un romance entre personas de edad muy avanzada, como es el caso de esta emotiva, tierna y sensible película condenada a circuitos especializados en temática gay. 
Después de recorrer varios de estos certámenes, incluido Andalesgai en Sevilla, se ha estrenado solo en la capital de España esta cinta que merece ser disfrutada por toda clase de gente, y desde luego llegar a quienes más tienen que aprender.

Ray Yeung nos ofrece una mirada desprovista de cualquier tipo de juicio ni dictamen a dos hombres maduros y con familias respectivas a los que un encuentro fortuito en un parque les abre las puertas de la ilusión y la esperanza para enmendar una existencia vivida si no erróneamente sí con resignación y mucha represión. Más activista uno que el otro, la cinta introduce también un tema muy interesante, el de la retirada de nuestros mayores con una condición sexual diversa a residencias donde no tengan que seguir ocultando su condición y viviendo una mentira con pretexto de brindar a los demás el respeto que ellos no obtienen de la sociedad. En este contexto, y siempre con el entorno dormido, mirando hacia otro lado para que el estado de las cosas se mantenga y no moleste, Yeung somete a sus dos protagonistas a una envolvente y conmovedora historia de amor y complicidad en el que la contención, las caricias, las miradas y la tristeza solo mitigada por puntuales momentos de felicidad, agarran al espectador y lo sumergen en una experiencia llena de vida, delicadeza y emoción.

Aunque pueda parecer lo contrario, siempre queda alguna esperanza, no importa si este caso adopta forma de creencia religiosa, de que habrá una oportunidad en otra vida y otro lugar para vivir sinceramente, sin hacerse daño ni hacérselo a los demás. ¿Pero no sería mejor zanjar del todo la cuestión para no tener que esperar a nuevas vidas ni oportunidades, sin regresión, sin marchas atrás, con comprensión y humanidad? Estos dos hombres sentados junto al río mirando al infinito bien valen una reflexión y una emoción; ver esta poética película no tiene precio.

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