Dirección Laura Mora Ortega Guion María Camila Arias y Laura Mora Ortega Fotografía David Gallego Música Leonardo Heiblum y Alexis Ruiz Intérpretes Carlos Andrés Castañeda, Davison Florez, Brahian Acebedo, Cristian Campaña, Cristian David Duque, Jacqueline Duque, Luis Eduardo Benjumea, Violeta Zabala, Esteher Posada Arias, María Adela Villa Estreno en el Festival de San Sebastián 21 septiembre 2022; en Colombia 6 octubre 2022; en España 17 marzo 2023
La flamante ganadora de la Concha de Oro en el pasado Festival de San Sebastián, ni siquiera considerada en los Goya para una merecida nominación a mejor película latinoamericana, es una valiente y desgarradora crónica sobre la ausencia de esperanza y el derroche de ilusión de unos jóvenes de Medellín condenados al desarraigo y privados de su herencia legítima. Cuenta en clave semi documental, desde el momento en que cada uno y una, incluida la funcionaria del registro, parecen interpretarse a sí mismos, el viaje épico y casi homérico de una pandilla de jóvenes sin futuro hacia la tierra prometida, en forma de predio arrebatado por las fuerzas paramilitares colombianas y ahora devueltas pretendidamente, en otro ejercicio de hipocresía institucional, a sus legítimos herederos. Un viaje jalonado de travesuras y aventuras, pero también de tragedia y dolor, que los cinco hombres, sin acceso a la educación y sumidos solo en la cultura de la violencia, emprenderán en un ejercicio de absoluta y rotunda libertad que quienes vivimos una vida cómoda pero convencional nunca experimentaremos.
Sorprende que sean mujeres, realizadora y guionista, quienes hayan urdido esta trama de machitos incontrolables, si bien es su sensibilidad la que logra dar al conjunto el tono poético que merece y da sentido al conjunto, consiguiendo una película dura y a la vez hermosa, tan bellamente fotografiada y con tan majestuosas localizaciones. Una cinta esmerada en todos sus detalles, contando para ello con el apoyo imprescindible de la producción europea, aunque en ella se eche en falta colaboración española. Los reyes del mundo es en última instancia un retrato más de los desheredados de este mundo, las víctimas de un sistema que necesita sacrificios para subsistir y en el que no tienen cabida ni la clemencia ni la esperanza, como muy bien representa ese hogar oníricamente calcinado de quienes ni en la vejez tienen derecho a un descanso digno.
Quizás el uso tan recurrente del caballo blanco sea el único reproche posible a una cinta que no necesitaba de ese trillado recurso para expresar con poesía todo ese dolor que es lo único que en última instancia encuentra arraigo en esa tierra tantas veces prometida y tan a menudo prohibida. Se exhibe con subtítulos dada la ininteligible jerga que utilizan sus protagonistas para comunicarse, por otro lado cinco jóvenes con todo el talento necesario para dar credibilidad a la empresa cuando lo más seguro es que ni siquiera sean capaces de entender la grandeza y el significado de la tragedia que están interpretando.
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