USA 2022 115 min.
Dirección Chris Williams Guion Chris Williams y Nell Benjamin Música Mark Mancina Voces (en versión original) Karl Urban, Zaris-Angel Hator, Jared Harris, Marianne Jean-Baptiste, Jim Carter, Doon Mackichan, Dan Stevens Estreno en Netflix 8 julio 2022
Curtido en cintas de animación como Bolt, Vaiana y Big Hero 6, Chris Williams ha logrado con El monstruo marino su obra maestra. Disponible en plataformas digitales desde hace más de medio año, solo hemos reparado en ella gracias a la nominación al Oscar, para comprobar de que se trata de una película tan gozosa como generosa en hallazgos técnicos y narrativos, todo tipo de conveniente mensaje educativo incluido. Es una lástima que obras tan vistosas en todos los sentidos como ésta se limiten al consumo doméstico, cuando su lugar de exhibición natural son las grandes salas cinematográficas dotadas con los mejores equipos de sonido e imagen disponibles.
Williams rescata las antiguas películas de corsarios y batallas marítimas que tanto triunfaron en el Hollywood clásico de la mano de estrellas como Errol Flynn. A la vez echa mano de aquellas supersticiones primitivas que hacían de los mares lugares poblados por increíbles y temibles monstruos, tal como aparecían reflejados en muchos de los mapas con los que por aquel entonces se surcaban los océanos. Con todo el ingenio imaginable, los autores de esta excepcional película construyen un cuento moderno sobre la manipulación a través del miedo, la desinformación o la información deformada como arma de control, y la provocación como medio a través del cual se organizan guerras y conflictos de poder. Todo un entramado incómodo para el país de origen, pero tan bien urdido y estructurado que hace sencillo lo complicado, y asumible lo ininteligible.
En el apartado visual, El monstruo marino llega hasta donde nunca había llegado antes un trabajo de este género, logrando a estas alturas despertar nuestra capacidad de asombro y admiración, con diseños extremadamente cuidadosos, mares de un realismo absoluto, movimientos de cámara vertiginosos, un ritmo más que trepidante, un esmerado diseño de personajes con acertada tendencia a la multidiversidad racial y de género, y un minucioso trabajo analítico sobre el miedo a lo desconocido y a lo diferente. Todo lo cual converge en casi dos horas de disfrute absoluto que merece el Oscar por encima de cualquier otro trabajo nominado o no este año.
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