Dirección Gracia Querejeta Guión Gracia Querejeta y Antonio Santos Mercero Fotografía Juan Carlos Gómez Música Pablo Salinas Intérpretes Maribel Verdú, Tito Valverde, Arón Piper, Belén López, Susi Sánchez, Boris Cucalón, Pau Poch
Estreno 7 junio 2013
Si con su última película, Siete mesas de billar francés, la hija de Elías Querejeta se revelaba como realizadora insustancial sólo redimida por las estupendas interpretaciones de Maribel Verdú y Blanca Portillo, si bien había dado algunas muestras de interés en títulos anteriores como Héctor, ahora definitivamente se confirma como cineasta fallida y carente de talento, muy especialmente como artista visual y escritora de guiones. Para esta ocasión se ha aliado con otro vástago de profesional reputado, el hijo de Antonio Mercero, para ofrecernos un libreto que sobrepasa los límites de lo aceptable, por su falta de naturalidad, su pretenciosidad y su manifiesta ridiculez. Trata aquí de nuevo los conflictos generacionales a través de la historia de un adolescente presuntamente inadaptado y rebelde, problemático en fin, que choca con su entorno adulto, madre, profesores y abuelo fundamentalmente. La realizadora parece muy concienciada con el tema, no en vano su anterior trabajo ha sido un cortometraje titulado Fracaso escolar, y nos plantea un personaje que deja de resultar simplemente antipático para convertirse en deleznable merced a un ajuste de cuentas absolutamente inaceptable que perpetra a solo un cuarto de hora de proyección. A partir de entonces poca o ninguna simpatía podrá despertar el jovencito cuyo destino francamente poco importa, muy especialmente debido también a ese guión de manual, literario hasta no poder más, que hace que las esforzadas interpretaciones del elenco coral poco puedan lucirse frente a unas líneas de diálogo – continuas y omnipresentes – que apestan a impostura y falta de credibilidad. En este sentido únicamente la muy reivindicable secundaria Susi Sánchez consigue salir del todo airosa. El personaje de la Verdú comienza haciendo un casting para una serie de televisión que malogra cuando lo llama culebrón, con el consiguiente malestar para sus artífices. Pues bien, eso es precisamente lo que acaba protagonizando la actriz, este culebrón con pretensiones de melodrama social y psicológico que ni convence ni conmueve, además de perderse en una maraña de personajes, tramas secundarias y acontecimientos que no se sabe a dónde quieren ir a parar. El choque entre un abuelo autoritario y empeñado en salvaguardar el honor y un nieto supuestamente descreído, desilusionado y desengañado no cuaja porque apenas existe, mientras la luz del sur brilla por su ausencia en una fotografía que como el resto de la película es visualmente no sólo neutra sino nefasta, y es que ni siquiera vinieron a nuestras playas para rodar, puede que para abaratar costes. El envoltorio emotivo de esta ridícula película se remata con una banda sonora empalagosa a la que el violinista Ara Malikian le pone la guinda. ¿Hemos hablado de una mala película y un peor guión? Pues ambos se llevaron premio en Málaga… en fin.
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