Dirección Xavi Puebla Guión Xavi Puebla y Jesús Gil Vilda Fotografía Mauro Herce Mira Intérpretes Antonio Dechent, María Valverde, Nick Nolte, José Luis García Pérez, Héctor Colomé, Sergio Caballero, José Ángel Egido, Cesáreo Estébanez, Alex O’Dogherty Estreno en España 15 marzo 2013 (en Sevilla 31 mayo 2013)
Tras dos mediocres películas, Noche de fiesta y Bienvenido a Farewell-Gutmann, Xavi Puebla ha encontrado inspiración y financiación en nuestra tierra para rodar la que es su mejor película hasta la fecha y uno de los títulos más estimulantes y emocionantes que hemos visto este año. Presentada el año pasado en el Festival de Málaga, donde obtuvo los premios de la Crítica y al mejor actor, un extraordinario Antonio Dechent de mirada triste y cansada, y posteriormente en el de Sevilla, cuyo pase agotó inmediatamente las entradas, motivo por el cual no pudimos verla entonces, ha tardado dos meses en estrenarse en nuestra ciudad desde su estreno nacional en tan solo un puñado de ciudades. Un despropósito del departamento de ventas, algo paradójico tratándose de una cinta ambientada precisamente en el mundo de los ejecutivos de ventas. Pero ya se sabe que en esta ciudad no sabemos sacar partido de nuestro patrimonio ni de nuestro talento, y en esta cinta créanme hay mucho. Lo más alarmante es que sólo se ha estrenado en un cine y un par de pases con horario suicida y sin anuncio en la web del centro que se ha dignado a proyectarla, todo lo cual la condena directamente al fracaso. Especialmente lamentable cuando quizás estemos, al menos muchos lo creemos así, ante la que podría ser con toda justicia la película del año; la mejor, más sincera y mejor articulada de cuantas hemos visto, españolas o extranjeras, en lo que va de 2013. Ambientada casi exclusivamente en el interior de un elegante hotel de Sevilla capital, en el seno de una feria audiovisual, Puebla nos propone un viaje al infierno de una profesión ingrata, sacrificada y desagradecida, en la que la mezquindad, la zancadilla y la miseria están al orden del día, sin la satisfacción al menos de la creatividad y la camaradería. Se trata de ese mundo evolucionado, como lo ha hecho el resto de la sociedad, más hacia la deshumanización y la pérdida de valores que a un verdadero progreso, y que recuerda al descrito por David Mamet en Glengarry Glen Ross, con unas pinceladas de la Muerte de un viajante de Arthur Miller, quien en su época apenas podía atisbar hasta dónde iba a llegar el sector en chabacanería y competitividad. Lo cierto es que Puebla ofrece en esta portentosa película una capacidad nada casual para manejar personajes, espacios, montaje y silencios con el fin de describir un mundo hostil en el que se han ido perdiendo paulatinamente todos los valores básicos que nos convierten en seres civilizados y solidarios. Porque no poder fumar en espacios públicos o tomarnos un whisky en un ambiente sofisticado y relajado al son de un buen jazz no nos hace más civilizados ni más humanos. Mientras todo valga con tal de hacer negocios iremos cavando nuestro propio foso, porque eso es en definitiva lo único seguro de nuestra existencia, la muerte, solitaria, degradante, ajena a todo triunfo y gloria del pasado, y a la vez liberadora de todo ese sufrimiento que genera la vida, la de unos más que la de otros. Y mientras tanto no sabremos si el personaje de Dechent, decadente, de otra época, es sincero en su aparente bondad o tan sólo esgrime una de tantas artimañas para conseguir un objetivo con el que seguir en la brecha después de cuarenta años de servicio. En un momento dado María Valverde le dice que es el mejor jefe que ha tenido, pero ¿lo será en términos de eficacia e ingenio o puramente sentimentales? Fundamental en toda esta disquisición sobre la inmoralidad del capitalismo a ultranza, y de esta sociedad deshumanizada en la que vivimos, es el personaje encarnado soberbiamente por Nick Nolte, un actor que podrá sentirse orgulloso de incluir en su extensa filmografía esta pequeña joya, como nosotros nos sentiremos de que se haya gestado, rodado y financiado aquí, como otros títulos que van colocando nuestra siempre incipiente cinematografía a la cabeza de la del país (pensamos en Ali o El mundo es nuestro, cuyos creadores, Alberto López y Alfonso Sánchez, tienen un cameo en esta película con el que añadir otra pareja de personajes arquetípicos a su curiosa galería). Todo es preciso en esta película, incluida la fotografía y las excelentes interpretaciones de un elenco en estado de gracia, así como la pincelada musical a ritmo de La pasión según San Mateo de Bach en un momento muy significativo de la función. Y lo mejor es que su naturalidad y sinceridad la convierten en una película tan emocionante como desgarradora, cine excelente que nos hace reflexionar y nos conmueve sobradamente. Desde ahora pasar por delante del Hotel Sevilla Center a algunas personas nos provocará nuevas emociones.
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