Reino Unido-Francia-Brasil-Austria 2012 110 min.
Dirección Fernando Meirelles Guión Peter Morgan, según la novela “La ronda” de Arthur Schnitzler Fotografía Adriano Goldman Intérpretes Anthony Hopkins, Jude Law, Rachel Weisz, Ben Foster, Moritz Bleibtreu, Dinara Drukarova, Lucia Siposová, Gabriela Marcinkova, Johannes Krisch, Jamel Debbouze, Vladimir Udovicenkov, Juliano Cazarré, María Flor, Marianne Jean-Baptiste, Mark Ivanir
Estreno en España 31 mayo 2013
Thriller multicultural en torno al amor y la infidelidad basado libremente en La ronda de Arthur Schnitzler, escritor que también dio origen al Eyes Wide Shut de Kubrick, y que ya fue llevado al cine de forma magistral por Max Ophüls en 1950. Fernando Meirelles, que nos sorprendió con Ciudad de Dios, nos alarmó con El jardinero fiel alrededor de las mafias farmacéuticas, y se acercó de forma no muy satisfactoria al Ensayo sobre la ceguera de Saramago en A ciegas, se alía ahora con el prestigioso guionista de La reina, Frost contra Nixon y Más allá de la vida, Peter Morgan, que además tiene un pequeño papel en la película, para contarnos esta historia de vidas cruzadas en clave González Iñárritu, multiétnico y multilocal. Atractivo no le falta a la función, impulsada por un reparto excelente en el que cada uno y una borda su cometido con acierto y elegancia, pero que en conjunto no despierta apenas entusiasmo ni emoción. Todo se queda por lo tanto en mero adorno audiovisual, acompañado de un buen puñado de igualmente atractivas y elegantes canciones y una serie de estupendas localizaciones, como París, Viena, Londres, Phoenix, Denver, Berlín o Bratislava, en el que no faltan franceses musulmanes, mafiosos rusos, convictos americanos, ejecutivos ingleses, esculturales inmigrantes brasileños o prostitutas eslavas. Un batiburrillo que no llega a ser indigesto, cumple en su cometido de entretener, pero acaba dejando frío. Lo peor sin embargo lo aporta la versión española, íntegramente doblada, sin respetar los distintos idiomas y acentos que baraja la película; si normalmente el doblaje es un despropósito que muchas veces desvirtúa el producto, en casos como éste va todavía más allá, arruinándolo.
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