jueves, 20 de junio de 2013

UN RIGOLETTO ANDALUZ SIN ACENTO

Ópera de Giuseppe Verdi. Pedro Halffter, director musical. Stefano Vizioli, dirección escénica. Pierluigi Samaritani, vestuario y escenografía. Juan Manuel Guerra, iluminación. Intérpretes: Juan Jesús Rodríguez, Ismael Jordi, Mariola Cantarero, Dmitry Ulyanov, María José Montiel, Ana Otxoa, Miguel Ángel Arias. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Coro de la A.A. del Teatro de la Maestranza. Producción del Teatro Regio di Parma. Teatro de la Maestranza, miércoles 19 de junio de 2013


Tres reconocidas voces andaluzas encabezaron anoche el reparto del estreno de Rigoletto, último título lírico de la temporada. La función arrancó con la ofrenda floral y el merecido aplauso a la memoria de Ángel Casal, recientemente fallecido presidente de la Asociación de Amigos de la Ópera.

Jordi: Questa o quella
En mi humilde opinión si Bella figlia dell’amore se borda como lo hicieron el jerezano Ismael Jordi, la granadina Mariola Cantarero, la madrileña Mª José Montiel y el onubense Juan Jesús Rodríguez, el éxito de Rigoletto está garantizado. Claro que esa prueba de fuego en forma de uno de los más emocionantes y hermosos cuartetos que para la ópera jamás se hayan escrito, llega ya casi al final, cuando en este caso la satisfacción despertada era ya una realidad. En eso se empeñaron unas voces en estado de gracia. Ismael Jordi se apoya en su apostura para triunfar, abordando con más seducción que arrogancia su papel y olvidando que el suyo es el villano de la función. Su galanura y su exquisito gusto a la hora de modular su no muy potente pero encantadora voz le granjeó sonadas ovaciones. Por su parte Mariola Cantarero convierte en arte su tendencia a la sobreactuación, aprovechando su temperamento para emocionar y divertir a partes iguales, lo que unido a su extraordinaria capacidad para moverse de un extremo a otro de su registro, con escalas vertiginosas y cadencias de exquisito fraseo, le hace merecedora de un gran entusiasmo. Juan Jesús Rodríguez nos convenció en lo canoro de su Rigoletto sin embargo carente de doble moral, manteniendo en todo momento un carácter melancólico, triste y desesperado, obligado a satisfacer al amo, el poder indestructible que todo lo ensucia y corrompe, aunque la función no acentuó ese potencial que entronca directamente con la actualidad. Rodríguez mantuvo una línea de canto firme y precisa, potente, bien proyectada y muy expresiva, haciéndonos olvidar el interés de alternar a Ambrogio Maestri, primer barítono seleccionado, con Leo Nucci. Mª José Montiel sedujo con su voz grave, profunda y cautivadora. La voz tenebrosa de Ulyanov volvió a encandilarnos, mientras al también bajo Miguel Ángel Arias, cuyo Conde de Monterone es una suerte de comendador de este Duque-Don Giovanni non punito, le faltó un mayor tono amenazante.

Tercer acto: Bella figlia dell'amore. Jordi y Montiel arriba,
Rodríguez y Cantarero abajo
La puesta en escena, un clásico del 87, es en concepto de regusto barroco, recargado, presidida en la primera escena por una réplica del Fauno Barberini de corte heleno, todo muy clásico y tradicional, y con una muy acertada iluminación que permitió jugar a varios niveles escénicos y propiciar cambios de escenografía ingeniosos. Vale que en época de Verdi se representara esa mujer sumisa y sacrificada como heroína, pero no que en pleno siglo XXI se decida colocar mujeres incitadoras al crimen y la lujuria en una escena, la del rapto de Gilda, en la que no aparecen en el libreto. El coro masculino desplegó una vez más su magnífico saber hacer, al igual que la batuta de Halffter y una espléndida ROSS se emplearon a fondo para conducir el drama del deforme bufón y su abnegada hija con todo el dramatismo y la pasión que merece.

Crítica publicada en El Correo de Andalucía el 20 de junio de 2013

No hay comentarios:

Publicar un comentario